El pasado jueves, en el Centro de Investigación y Recursos de las Artes Escénicas de Andalucía (CIRAE) en Sevilla, asistimos a la proyección del documental “La Balada Perdida”, sobre el grupo de teatro independiente gaditano Carrusel, que funcionó desde 1973 a 1984 y que fue una auténtica revolución en los escenarios, en aquellos años de la dictadura.
Fue una alegría encontrarnos con el equipo gaditano de realización: la investigadora teatral Désirée Ortega, Lolo Ruiz (director), Fernando Bonat (productor), guionistas y productores, junto a José Luis Gómez, actor que perteneció a este grupo teatral, fundado por Jesús Morillo, fallecido en 2018, y Miguel Ángel Butler.
El nombre de La Balada Perdida se debe a la primera obra escrita por Jesús Morillo, producida y montada por el grupo Carrusel. El documental –rodado durante dos años y en plena pandemia- inauguró el pasado año el festival cinematográfico Alcances, y es un homenaje a esta compañía de teatro independiente.
El lugar escogido –el CIRAE- para la proyección se debe a que allí se rodó parte del documental, y a que custodia valioso fondo documental de las artes escénicas, incluyendo algún montaje de Carrusel, años 70, como Medea, en su versión íntegra. Igualmente, ha sido importante la contribución del Archivo Provincial de Cádiz
En La Balada Perdida, antiguos actores de la compañía cuentan sus experiencias en la misma, en un recorrido cronológico por la historia de Carrusel, sus orígenes, escenografías, técnicas, diseños, maquillajes, etc. Fue un tipo de teatro caracterizado por la alegría, la transgresión y la libertad, todo ello en una época previa a la Transición, con la amenaza de la censura, en la última etapa del dictador. Pero Carrusel practicaba un rompimiento moral más que político.
El grupo teatral tuvo éxito no solo en Andalucía, sino que brilló en escenarios de Madrid y Cataluña. Utilizaba originales elementos visuales: mimo, danza, cante jondo, pantomima, en resumen, poesía visual.
Se aludió al gran legado de Jesús Morillo, fundador del grupo y creador de un teatro único, que sigue la estela de los montajes del actor y escenógrafo Lindsay Kemp. Carrusel desarrollaba un mensaje corporal con transgresión, con actores masculinos en su mayoría, travestidos de mujer, y con una mínima puesta en escena y vestuarios improvisados. Su objetivo era la excelencia, para lo que dedicaban mucho tiempo a los ensayos.
Intervienen en el documental Luis Ben, Andrés Alcántara, Pedro López Raya, Ángel Dueñas, Miguel Ángel Butler, Paco Leal, Juan Morgado, Joaquín Muñoz, Manuel Morón, Martín Ariza, Eduardo Bernal, Juan José Galán, Juan Diego Fernández, Bernardo Soriano, Enrique del Álamo, Pepe García Oliva, José María Bocanegra y Alberto Pettenghi, entre otros, junto al escritor Juan J. Téllez y el prestigioso escenógrafo Albert Boadella.
Fueron un grupo artístico luminoso, colorista, gestual, de expresión corporal, en un teatro que no se llevaba entonces. El vestuario, diseño y confección, así como la iluminación era de producción propia. Una puesta en escena ceremonial, mística, que emocionaba al público, y no por lo que decían, sino por lo que provocaban. Su éxito fue tal que llegaron a tener agente en Madrid, al pasar de aficionados a profesionales. Su estética se importó a otros espectáculos. Generosidad y despertar eran sus claves.
Y con Carrusel, Cádiz estuvo en boca de todos, porque este teatro rompió tabúes. La Balada Perdida es parte de la memoria de Cádiz.