Leí no hace mucho en la página Diario de Gastronomía un artículo sobre la influencia de la hostelería en la “vida personal y comunitaria”. Al parecer el estudio está realizado por la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, con la colaboración de Hostelería de España. Todos pensamos que los bares son en España la prolongación de nuestros hogares.
Parte el reportaje indicando que en España los establecimientos hosteleros son espacios imprescindibles para socializar, mitigando la soledad y la despoblación. Y que son muy pocos los pueblos que no cuentan con algún bar o local de hostelería, llamado “de proximidad”
Y es que esta hostelería de proximidad tiene un gran impacto en la vida personal y comunitaria, ayudando además a conseguir sociedades más igualitarias e inclusivas.
Y por resumir, éstas son sus conclusiones:
Los locales de hostelería de proximidad (barrios y pueblos) sirven para el encuentro vecinal, laboral o relacional, ya que forman parte de la vida cotidiana de muchas personas.
Los bares más tradicionales son los que mejor sirven a la relación de proximidad, bien por cercanía o trabajo (bares de tapas, terrazas, cafeterías o restaurantes).
Además, las personas que acuden a estos sitios, lo hacen acompañadas en su mayoría.
De ese modo, estos establecimientos se convierten en referencia de estos grupos, en satisfacción y confianza vecinal.
Por cuanto: son punto de encuentro entre vecinos y amistades, unidos también para ver allí los eventos deportivos, además de trabajar o estudiar. Todo ello de modo independiente al espacio de las redes sociales, pues la relación es directa.
Evitan la soledad, sirviendo a las personas aisladas para convivir; dan seguridad a la zona para todo tipo de público (niños y adultos). Dan servicio como proveedores de alimentos, y favorecen la integración.
“La ausencia de bares limita –continúa el informe- las oportunidades de cohesión social, y favorecen la despoblación”.
Todo esto me trae a la memoria los desayunos (mejor dicho el café) de media mañana en mis años laborales, que nos servían para hacer nuevas amistades y para solucionar algunos conflictos.
Junto a las reuniones para comer en familia los domingos en los bares o terrazas de barrio, sí vengo notando que los desayunos en la calle son cada vez más frecuentes. La gente se reúne para hablar a media mañana, alrededor del café y las tostadas con aceite.
Pues eso, que los bares de barrio, -de desayunos y tapas- sirven para mucho.