Es un local pequeño que hace esquina, con pocas mesas, si bien la terraza exterior complementa la falta de espacio. Tiene el gran aliciente de permitir la observación del trabajo de la cocina, en directo, con todo su estrés, pero con su eficacia en ritmos, porque en ella el “Tiempo Vuela”. Tempus Fugit, regentado por el cocinero autodidacta Jesús Palma, -ya con un buen curriculum- es otra referencia de la moderna cocina que se hace ahora en Cádiz.
En nuestra última visita decidimos pedir el menú de degustación, variado y de excelente presentación, por aquello de probar un poco de todo: el Menú Tempus.
El aperitivo de bienvenida, consistió en dos propuestas: consomé de pollo con caldo de garbanzos (el mejor entrante en días fríos), y por otro lado, uno de sus clásicos como es la tortillita que quiso ser postre (con gambas y alioli), un trampantojo eficaz.
Siguió otro giro hacia al pescado, con sardinas curadas con baba ganoush y remolacha aliñada. Un plato exquisito. Creo que el marinado es de las mejores cosas de Tempus Fugit.
Una lasaña crujiente de gambones, bechamel de coral de sus cabezas y hongos, wonton frito, con hongos, tomate y queso parmesano, fue realmente magnífica. Un plato fusión que tal vez fue el más aplaudido.
Y sigo: Chipirones al wok, pesto rojo de almendras, setas Portobello, beurre blanc de pescado.
Como plato de carne, un cordero lechal confitado y lacado, con cremoso de zanahoria y queso de cabra.
Los dos postres llegaron en el momento justo: Carrot cake, bizcocho de zanahoria y clavo, mousse de cacao y canela. Y una torrija caramelizada con helado de boniato y miel de flores. Ambos excelentes.
Finalizamos el almuerzo con una grata sensación de haber probado diferentes sabores, la mayoría alrededor de pescado (aunque todos distintos), así como de haber introducido otros elementos más exóticos, pero muy bien conseguido.
El jefe de sala, Emilio de la Calle nos explicó en todo momento cada plato.
El lugar sigue siendo muy recomendable y la relación calidad/precio, muy acertada.