Mayeto ha sido en Rota el nombre del campesino local. Su denominación viene de la anticipación en su cosecha al mes de mayo, antes que otros, cuando recogía sus frutos y los colocaba maduros en el mercado. El Centro de Recuperación de la Mayetería Roteña fue otro de los destinos que visitamos el pasado sábado día 7, con motivo del “II Encuentro de Blogueros Rota: tierra, mar y viñas”, organizado por el Ayuntamiento de Rota (Cádiz), delegación de Turismo. La mayetería prácticamente ha desaparecido del campo roteño, con el desarrollo económico y social de los últimos años, tras la instalación de la base militar americana que ha producido una superior fuente de ingresos a la villa.

Solamente tres días de vacaciones disfrutaba el mayeto a lo largo de todo un año: San Isidro Labrador, jueves santo (por su devoción al Nazareno) y el 7 de octubre, fiesta de la patrona. Tomates, pimientos y calabazas (muy apreciadas), constituían los productos estrella de este sistema de cultivo tan identificado con una tierra rica en sílice y de gran permeabilidad. Además, la combinación de los vientos (levante y poniente) favorecía el desarrollo de estos huertos, unido al ingenio del mayeto y a su gran esfuerzo y fuerte laboriosidad, llegando incluso a abrigar las plantas con palmitos para protegerlas de los fuertes vientos, junto a su constancia en la aplicación de abonos. Por ello, el primer tomate llegado al mercado local cercano era el de Rota, así como el melón y sandía roteños, que llegaban hasta Sevilla.

Se habla de orígenes árabes para estos sistemas de cultivo, cuando existía un cinturón hortofrutícola por esta costa gaditana. En el siglo XV por la Carta de Puebla se adjudican terrenos en la villa de Rota a unidades familiares. En los siglos XVII y XVIII se tienen noticias de sandías y melones roteños llegados a Inglaterra.

Hace ahora 60 años se instala en Rota la base militar americana, ocupando gran parte de campos de mayetos, obligando a cambiar de ubicación estas tierras de cultivo. Pero el giro económico producido provoca que la mayetería vaya debilitándose, cultivándose solo para el autoconsumo de las familias y no para la venta.

En mayetería, toda la familia trabajaba, día y noche. En época de recolección, los niños incluso faltaban a la escuela. Todos los brazos eran pocos para las labores de la cosecha.

El Centro de Interpretación de la Mayetería pretende acercar y difundir la cultura perdida, con una serie de cabañas de diferentes estilos, como por ejemplo, la llamada de Cuchillo, por terminar en pico, dedicada a museo del camaleón común, animal muy ligado al mayeto. En el resto podemos ver una rica muestra del instrumental empleado en las labores de mayetería, así como objetos de su vida cotidiana.

La primitiva choza de mayeto estaba fabricada entera de junco (cogido de la desembocadura del Guadalquivir), totalmente impermeable. Las chozas eran construidas por los mismos mayetos, a partir de una viga madre. Otro modelo de cabaña es la choza de media naranja, mitad material y mitad vegetal, ésta con puertas y ventanas, habitada por un pelandrín (mayeto con dinero). En la choza vivía toda la familia, a veces con una pequeña estancia reservada para el matrimonio, con un simple jergón para dormir. Se cocinaba fuera de la choza.

Era curioso el modo de regar del mayeto, andando con dos jarrones, uno en cada mano (cantidad justa de agua). Su trabajo le convertía en jorobado con los años. El mes de mayo era el mes de mayor carga de trabajo. El cabeza de familia y su hijo mayor –daba igual la edad- salían a vender sus productos andando hasta Jerez para vender en el mercado, volver de nuevo a Rota y tras descansar un poco, salir nuevamente para vender al día siguiente, y así sucesivamente hasta colocar todas sus hortalizas.

Se dice que el mayeto llegaba a tocar hasta 40 veces cada mata del tomate, tal era la dureza de su trabajo y de sus condiciones de vida.

La mayetería era un sistema de trabajo agrícola de subsistencia, en condiciones muy duras, siempre pendiente de la tierra, y del que tras su desaparición, hoy solo quedan en Rota algunas huertas que recuperan frutos como acerolas y granadas.