Se declara la situación de hambruna cuando 2 adultos ó 4 niños por cada 10.000 habitantes mueren cada dia, y 1/3 de menores está severamente malnutrido. Actualmente, en dos regiones de Somalía, 6 personas mueren diariamente de hambre y la mitad de los niños está gravemente malnutrido. Es realmente una situación desesperada. Dos años sin llover con pobres cosechas, enfermedades infecciosas, guerra, negligencia, grupos islamistas actuando y una indignante subida de alimentos de hasta el 270%. Hay que actuar antes de septiembre, cuando presumiblemente vuelvan las lluvias.

El problema de la escasez de alimentos se da en los países del cuerno de África, pero es Somalía quien se lleva la peor parte, por su débil agricultura orgánica, por la acción de los guerrilleros y la debilidad del gobierno. De hecho en el centro y sur de Somalía hay zonas a las que la ONU no ha podido acceder, y de la que apenas se tiene información. Se sabe que familias demacradas atraviesan campos –a veces cientos de kilómetros- para llegar a los campamentos de refugiados de los países fronterizos, los cuales les impiden el paso sistemáticamente. La situación se considera similar a la desencadenada en Etiopía en el año 1984, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo.

La palabra hambruna –por crónica- parece menos impactante que la de emergencia. De hecho cada una produce mecanismos de ayuda distintos por parte de las organizaciones no gubernamentales. Pero son millones de personas las que lo están pasando mal. Es una emergencia nutricional. Los niños lloran de hambre y creo que sus madres sufren igual que una madre del mundo desarrollado cuando no puede atenderlos. Prefiero no imaginarme su sentimiento de impotencia, cuando el tiempo corre en contra.

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