Una nueva participación de la dietista-nutricionista Beatriz Robles en el programa Saber Vivir de TVE1, en esta ocasión dando pautas para distinguir entre lo que es y lo que no es carne picada. Hay que aprender a distinguirlos.
Y es que según Robles cada vez se compra más carne picada de ternera, por su sabor, sus muchas aplicaciones en la cocina, su buen precio, para hacer albóndigas, hamburguesas, lasañas…, pero no todo es carne picada de verdad.
En el supermercado nos podemos encontrar por un lado:
–Bandeja de carne picada, carne 100%. Es deshuesada, con una cantidad máxima permitida de grasa (7% magra, 20%% picada de vacuno y un 30% la picada de cerdo), y también un máximo de colágeno, ya que éste resta calidad. Esta carne no lleva conservantes, pero dura más porque la bandeja con atmósfera modificada.
–Bandeja de preparados de carne picada, hamburguesas o burguer meat, etc., Este producto se presenta de forma similar, en bandeja, y puede confundirse fácilmente con la anterior. Pero contiene más ingredientes como condimentos, cereales, aditivos, etc., con un mínimo de 4% de vegetales como hortalizas, cereales y además otros aditivos como los sulfitos. El problema es que le ponen como título PICADA.
Evidentemente, son artículos diferentes, y se demuestra al ver la lista de ingredientes de cada uno: en el primer caso es solo carne y algún colorante autorizado. Y en el segundo caso lleva además almidones, azúcares, productos vegetales, etc.
Está claro que lo más conveniente por calidad y saludable es comprar la carne a nuestro carnicero, eligiendo el corte deseado y que nos la prepare. De ese modo, seleccionaremos las partes más magras pero también las más económicas, y en la cantidad deseada y justa para consumir, evitando toxiinfecciones.
Sobre la carne picada, decir que por su estructura está más expuesta a los microorganismos. Por ello, si no la vamos a consumir o cocinar antes de 24 horas, conviene congelarla. Mientras tanto, en nevera siempre.
Y en cuanto a la carne procesada, ésta tiene grasas infiltradas, mucha sal, especias, condimentos, azúcares, y las transformaciones propias de las carnes para darle aroma y sabor.
Lar carnes procesadas son todas aquellas que llevan fermentación para su conservación, incluyendo el tan apreciado jamón serrano, por lo que deberíamos limitar su consumo.
El llamado fiambre lleva féculas. Y a más colágeno en una carne, menor calidad.
No está bien que hagan por confundirnos al comprar.
Gracias a Beatriz Robles por aclararnos tantas cosas.