En la calle Feduchy de Cádiz se encuentra el Monasterio de Monjas Concepcionistas Nuestra Señora de la Piedad, que el pasado año cumplió 350 años desde su creación. Aparte de vivir su clausura y mantener los cultos en su admirable capilla del siglo XVIII, viven de la elaboración y venta de dulces, cosa que hacen muy bien. Doy fe. No tienen cuenta en redes sociales ni página web, que yo sepa. En la actualidad viven en el monasterio también la comunidad de las Concepcionistas de Santa María (siglo XVI), por el mal estado de su edificio, a la espera de que algún día se pueda rehabilitar.

La entrada o zaguán abierto en su propio horario comercial, incluye en la pared derecha un torno de madera al que le supongo la misma antigüedad que el edificio. Previamente sitúan un bote de gel desinfectante, por lo del Covid.

Un clásico saludo mariano recibe al cliente comprador de dulces de este Monasterio, llamado de la Piedad. Yo le respondo correctamente “…sin pecado concebida”. No es posible verle la cara a la religiosa y tan solo suena su voz suave al otro lado. La lista de dulces disponibles figura en la puerta de cierre del torno, así como sus precios, que tienen buena relación con la calidad.

Actualmente están realizando reformas en su obrador, por lo que no tienen todos los productos habituales. Pero en circunstancias normales, son famosos sus madalenas, tortas de polvorón (únicas), tortas de almendras, masa real, mostachones, pastas de té, sultanas, pan y/o turrón de Cádiz, amarguillos, etc. Y también pueden encargarse tartas de cumpleaños.

Es de suponer que estas monjas hacen los dulces según recetas antiguas y que no emplean en ellos grasas extrañas ni productos ultraprocesados. Son unos dulces de gran calidad.

Un lugar recomendable para comprar estas delicatessen, en unos tiempos en los que por desgracia la buena repostería escasea.