Llegó la función principal, que dirían los cofrades: el último día en Grazalema de esta cofradía de blogueros gaditanos. Una jornada para rematar los últimos detalles de la visita, y en la que se ultiman las compras para llevar…..perfilando conclusiones. Se ha respirado su aire, sentido su olor, contemplado sus paisajes y compartido el perfil humano de sus habitantes, que trabajan, viven y disfrutan a 130 kms. de la capital.
Tocaba el desayuno en el Hotel Villa Turística de Grazalema, a modo de buffet libre, tal vez para entender un poco mejor al turista tipo, el beneficiario del turismo mayorista, junto a un impresionante paisaje como fondo de ventana, y con el aire puro como un ingrediente más en la mesa.
Me alegró mucho visitar la fábrica de mantas (única superviviente de una potente industria textil desde el siglo XVII al XIX). Entramos en la nave de la antigua maquinaria, hoy sin uso, a falta de una puesta en valor como escaparate de un importante patrimonio industrial de Grazalema, y que exportaba a la Europa refinada y América. También pudimos observar brevemente la actual factoría, en plena actividad, con las mismas pautas de fabricación en las nuevas tecnologías. Y hay que resaltar la alta calidad y excelente diseño de prendas de abrigo como ponchos o chaquetas exhibidas en su tienda.
Clasificación de la lana, lavado y enjuagado, apertura de la lana, abatanado, secado, clasificado, endiablado, cardado, reparado, urdido, tejido, tratamiento, estirado y acabado…. Son algunas de las tareas empleadas en la fabricación, con la calidad de la lana merina más diferenciada.
De las mantas al aceite, que la sierra de Cádiz tiene olivos en altura, ecológicos, algunos con más de 200 años, como ocurre con el molino El Vínculo, en el término de Zahara de la Sierra. Nos atiende el último miembro de la generación de la familia Urruti, un joven emprendedor comprometido a partir del vínculo de admiración que forjaron sus padres. Tanto, que conserva la misma maquinaria del siglo XIX (solo cuatro molinos lo hacen en España), que consigue mantenerse gracias a un empleado “manitas”. De gran interés fue la maqueta de sus instalaciones.
En El Vínculo solo ha cambiado la fuente de energía –antes vapor, ahora electricidad-, con una producción de 100.000 litros de aceite de oliva virgen extra al año, destinándose un 40% a la exportación, y con envío a domicilio tanto a España como al extranjero a un precio competitivo. El aceite es mezcla de variedades manzanilla-lechín.
El lugar tiene un pequeño salón de recepción y otro para celebraciones, y casas rurales para alquilar, en un marco paisajístico singular, en la carretera de Zahara de la Sierra. Contacto 696 40 43 68.
Y llegó la hora del almuerzo: en un restaurante céntrico, cercano a la Plaza del Asomadero, el Simancón, montamos nuestra mesa bloguera. Un buen servicio reafirmó la calidad turística de Grazalema:
1) Croquetas de boletus, carne y espinacas con gambas. 2) Lomo en manteca (magnífico producto para disfrutar). 3) Sopa de Grazalema (curioso plato de gran valor etnológico), 4) Salteado de tagarninas, setas y ajetes (obligatorio en el lugar). 5) Presa ibérica y 6) Chuletas de cordero. Todos fueron platos abundantes. El pan, magnífico.
Tocaba despedirse cargados de dulces, aceites, licores, mermeladas, quesos y magdalenas de Villaluenga, pan y….una chaqueta de lana merina (una joya). Todos eran productos singulares, únicos, artículos para valorar, hechos con lo mejor que da esta tierra.
Conclusiones: la Sierra de Cádiz es un buen destino turístico y gastronómico. Con productos de altísima calidad, actualizados según las normativas vigentes. También tiene jóvenes emprendedores que saben hacer su trabajo porque creen en sus posibilidades. Hacen falta algunos Pérez Menacho o Guillermo-Johnny más en la cocina. Porque la hostelería tiende a veces a vulgarizarse, a estandarizarse, a aburrirse de sí misma en suma. Y hoy la mejor gastronomía no va por ahí precisamente.
Pero también es una suerte contar con Charo Oliva (que junto a otras mujeres trabajaron para su Ayuntamiento) y Delia Olmos, Juan Urruti, Fini Chacón, Virgilio Pérez-Clotet, Mari de Grazalema, y Milagros, la empleada que nos atendió amablemente en la fábrica de mantas.
Grazalema, y por ende la sierra de Cádiz, la harán y engrandecerán sus habitantes con talento y trabajo, no hay otra. Y aquí también incluyo a sus cabras y ovejas, faltaría más.
Y es bueno que los gaditanos del otro lado conozcamos lo mucho que tenemos por aquí.