Sobresalen de los buzones incluso doblados. A veces me los encuentro por el suelo del portal porque los han repartido a granel, o se han esparcido con el viento en la calle. Proceden de varios supermercados. Son folletos con las últimas ofertas, vigentes en un plazo limitado a 7-20 días. Llevan un formato de cuadernillo de varias hojas de vivos colores. Anuncian productos frescos, conservas, limpieza y precocinados, incluyendo dulces, refrescos y bebidas alcohólicas.
Me imagino el enorme gasto en imprenta que suponen estos folletos repartidos periódicamente, en la mayoría de los bloques de pisos. Al leerlos –o intentarlo- reconozco que me marea ver tantas imágenes con su presentación, cantidad, peso y precio. Y en muchos de estos artículos, la popular oferta 3×2. Por supuesto, abundan las marcas blancas del supermercado. Hay algunas que no las conozco ni de vista.
Solo me pregunto si hay alguien que se lee estos folletos antes de ir a comprar al supermercado. Y si merece la pena estudiarse estas pequeñas rebajas de precios, que a veces no son tales, pues se refieren a envases de menor tamaño, artículos con fecha breve de caducidad y solo a determinadas marcas. No sé, pero estas promociones me parecen un montaje excesivo antes de pisar la tienda.
En la publicidad casi nunca veo primeros fabricantes, muchos productos frescos tienen un origen dudoso (casi nunca nacional), y es un auténtico festival de alimentos procesados, que por otra parte es lo que abunda en cualquier supermercado; artículos envasados, que llaman al uso de “urgencia” o “desavío en la cocina”.
De vez en cuando incluyen en los folletos algún aceite de oliva virgen extra de buena calidad, pero lógicamente también presentan algún congelado de bajo precio y rara procedencia. Muy adecuada me parece la inclusión de los productos de limpieza, que llevan bastantes descuentos en precio y envases. Limpiar no es comer.
La revista-folleto suele incluir algunos artículos de hogar (textil, limpieza, accesorios de baño, fiambreras, perchas, cacharros de cocina, colchones, electrodomésticos y mobiliario de jardín, así como informática. Eso sí creo que puede condicionar las intenciones de compra de cualquier consumidor.
En fin, solo quería llamar la atención sobre esta profusión de publicidad impresa casi siempre fuera de los buzones, desaprovechada ya de antemano, y supongo que también después, porque doy por hecho que cada vecino tiene su supermercado de referencia o proximidad, aquel en el que prefiere comprar porque conoce sus productos, su estilo de venta y sus calidades y precios.
Tengo claro que habrá muchas personas que tengan que calcular al céntimo los precios contando con las ofertas, y que una vez en el supermercado decidan en base a ellas y también a sus propias necesidades. ¿Hasta qué punto es el precio el factor condicionante de una compra en alimentos?.
Imagino que si continúan estas impresiones publicitarias masivas en el barrio será porque darán resultado….pero a mí me siguen pareciendo un derroche.