La brisa del mediodía se hace más cálida y nos envuelve el olor del azahar en algunas calles; al mismo tiempo, nos sobra la chaqueta, sin olvidarla del todo. Cambia también con la temporada el colorido de frutas y verduras expuestas en los mercados de abastos. Hace poco más de un mes llegaron las fresas. Empezamos a ver melones. Continúan las frutas de Aragón (manzanas, peras….). Y van quedando de modo residual las naranjas mandarinas, que dentro de poco desaparecerán. Pero no se puede perder de vista el rico apartado de verduras y hortalizas.

Tomates Raff que da gloria verlos, guisantes de un tamaño, color y textura excelentes, habas que van alcanzando cada vez mayor y mejor tamaño, y, junto a las alcachofas y alcauciles, la variedad “romanos”, de Conil, más tiernas y suaves de sabor.

Los tomates maduros son cada vez de mejor calidad, y eso se nota en la fritura de la salsa de tomate. Los pimientos rojos de asar son de los pequeños, de Sanlúcar de Barrameda, más tiernos y dulces, que asados y aliñados están irresistibles.

Y todo ello junto a otros productos exóticos o tropicales como mangos o kiwis. El plátano de Canarias sigue llegando y conserva sus mejores cualidades.

Lo dicho: alegría en la primavera de nuestros mercados. Es cuestión de aprovechar los sábados por la mañana, acercarse a los puestos, observar las mercancías expuestas, y, antes de comprar, planificar e imaginar qué podríamos cocinar con todos esos buenos productos. La compra ha de hacerse con previsión y con fundamento.

Esta primavera de buenas hortalizas nos trae la alegría de un mejor clima, unos deliciosos guisos de Cuaresma, y unos deseos de prolongar nuestros horarios en la calle.

La temporada debería mandar en nuestra cocina, y condicionar nuestra alimentación. Estos productos estacionales son más frescos, más baratos y, sobre todo, están en su mejor momento.

Un espectáculo el de los mercados y sus cambios de estación que merece la pena contemplar. Con ellos nos habla la naturaleza.