Para conocer y comprender la rica –nunca mejor dicho- comunidad andaluza, nada como recorrerla de manera consciente con sus platos más representativos. De ese modo pudimos celebrar el Día de Andalucía sin salir de Cádiz, en el Restaurante Sopranis, situado en la calle del mismo nombre. Ocho tapas, cuatro postres, tres vinos y un licor. Este breve y singular viaje por nuestra tierra tuvo lugar el martes 28 de febrero. Juan José Sánchez Marabot, esforzado cocinero del establecimiento, se había encargado de la selección. El resto, lo puso el público.
Dos vinos fueron los acompañantes del mosaico de almuerzo andaluz: un rosado de Ronda (Málaga), del Cortijo de los Aguilares, que me sorprendió con su sabor para una variedad que no es de mis preferidas. También se acompañó de un tinto de Constantina (sierra norte de Sevilla), el Fuente Reina Fundus, muy agradable en boca.
Abrió el camino Huelva, junto al atlántico, con navajas (muergos, o longuerones) de Ayamonte, plato hecho a la plancha con pimentón de La Vera, sabrosísimo. Málaga estuvo representada por su ajoblanco (excepcional en sabor y textura), una sopa con almendras y el punto que le da la uva. Le siguió Granada con unas habitas fritas con jamón, en su punto, acompañadas de “salailla”, pan típico granadino muy agradable. Cádiz aportó su punto de temporada con un guiso de Cuaresma, los famosos alcauciles con chícharos, de excelente presentación. Almería, la más lejana, nos dio a probar la olla de trigo: un potaje con arroz, alubias y morcilla, comida contundente de cuchareo, y desconocida para nosotros. De Jaen vino el bacalao en andrajo, bacalao sobre pisto de verduras, con almejas y harina que se cuece, fue un plato sorprendente. El flamenquín cordobés maridado con salmorejo y sus acostumbrados taquitos de jamón y huevo duro picado, llegó para asombrarnos por su energía. Y Sevilla, que se decidió por los huevos a la flamenca, con sus patatas pequeñitas, chacina, tomate frito y verduritas, que hizo las delicias en sus cuencos de barro. No con cierto esfuerzo –por cantidad- conseguimos dar buena cuenta de todos estos platos andaluces.
Los postres –a excepción del rosco de Semana Santa- eran todos nuevos para nosotros: borrachuelos, tarta malagueña y el “tanguillo”, todo ello con un chupito de Cacao Pico, hecho en El Puerto de Santa María.
Un viaje gastronómico-cultural a la Andalucía de siempre, con ocho muestras fuertes en sabor, variedad y elaboración, prueba de que nuestra comunidad es difícil de acaparar de una sola vez, a menos de que se acompañe con un buen vino. El mantel sobre las mesas describía geográficamente los buenos y conocidos productos de esta Andalucía nuestra: langostinos de Sanlúcar, Yemas de San Leandro de Sevilla, aceite de Montoro, Jamón de Trévelez en Granada, naranjas y limones de Almería, alcauciles de Cádiz, pasas de Málaga, higo de Lepe y chocos de Huelva. Hace falta mucho tiempo para ir probando todo esto.
Enhorabuena al personal de Sopranis (Agustín y Ramón) por la gran idea de organizar esta degustación andaluza, y a Juan José, su artífice, felicitarle por el gran trabajo realizado.