Parece que el acto va dirigido a los gaditanos en el exilio. Pero en la noche de ayer sábado, en el Teatro Monumental de Madrid, con gente forrada de abrigos y lleno absoluto, se presentó la fiesta más universal de mi tierra. Tangos, cuplés y pasodobles están a la vuelta de las calles de Cádiz, en febrero… El acto coincidió con la celebración de Fitur, feria en la que hemos puesto tantas ilusiones, y en la que según dicen se han “amarrado negocios muy importantes”.
Aparte del disfrute de mis paisanos y amigos residentes, no tengo muy claro la eficacia de la presentación del carnaval de Cádiz en Madrid. Se dice además que el principal cliente del Carnaval de Cádiz es Sevilla y creo que algo o mucho de razón tiene la frase, por lo que aquí saben y entienden de Carnaval. En cualquier bar de barrio se siguen las actuaciones en el Falla y el público puede recitar sin equivocarse los premios del concurso de agrupaciones de los veinte últimos años. Los coristas, chirigoteros y comparsistas son considerados en Sevilla ilustres personajes. Y a pesar de la prensa digital, el Diario de Cádiz se agota a primera hora en los quioscos durante los dos meses largos que duran las sesiones del concurso y las fiestas de calle. Y no puedo olvidar las miles de personas que en los últimos años vienen asistiendo con pasión –y de pie- en la plaza de San Francisco a las actuaciones de las agrupaciones punteras.
Pero volviendo al acto de ayer, fue el coro “Los Tangueros” de Fali Pastrana el que abrió la sesión, seguidos del cuarteto ‘Los vaqueros de Springfield’, de Manuel Morera, la comparsa “Medio Siglo” de Antonio Rivas y José Martínez, cerrando la excelente chirigota “Los que van por derecho” de José Antonio Vera Luque. Los asistentes también pudieron escuchar el clásico tanguillo “Los Duros Antiguos. Toda la artillería folclórica de la calle gaditana en Madrid, en la antesala de lo que será la más importante efeméride para esta ciudad, el bicentenario de la constitución de 1812.
Después de leer la crónica de Jorge Bezares en Diario de Cádiz, tanto me huele ya a carnaval, que hoy he preparado el almuerzo escuchando los tanguillos del “coro de los niños”, que en 2004 se llamó Big Band y cuyos acordes me ponen la carne de gallina. Si yo viviera en Madrid, haría lo imposible por estar en el Teatro Monumental, convertido por una noche en un trocito de Cádiz.