El atasco por manifestación del S.A.S. en Cádiz, no me impide llegar el viernes a La Alacena, pues tengo encargados quesos frescos, aceite y buen jamón envasado. Guardo los alimentos en la nevera de casa, que los yogures se estropean. Pongo una lavadora con toallas. Unos retoques en ojos y labios (restauración más bien) y cogemos el autobús 1, que da gusto. El objetivo: llegar a las II Jornadas Gastronómicas del barrio de Santa María, este año dedicadas a Chiclana.

Ya en el barrio, tiendecitas abiertas y animadas a pesar de la hora. Saludamos a Antonio Septién, presidente de los comerciantes, tras el mostrador de su negocio. En la plaza de la Merced, las carpas que rodean el Centro de Arte Flamenco, muestran los productos chiclaneros: pastelería artesana, (Selva Dulce) vinos de Bodegas (Sanatorio) y conservas Sancti Petri…. Chiclana es la caña y Santa María se lo merece todo.

Con bocata calentito y fino chiclanero disfrutamos del sabor del barrio más flamenco de Cádiz y del mundo. Nos dirigimos al Sopranis, donde Charo y Tere y su marido Juan -vestido de Cádiz CF- nos traspasan la mesita antes de irse (hay que tener amigos hasta en los bares). Volvemos a la plaza de la Merced porque hay espectáculo flamenco: la joven Samara Montáñez nos regala alegrías, tangos y un magistral y almodovariano volver. Saludo a la artista, encantadora (Se va de gira europea). El guitarrista, Niño de la Leo, un monstruo.

A casa andando. Al llegar, tiendo la ropa lavada, todo controlado.

Amanece el sábado, buenos días al blog. Urge la plaza de abastos, bajo carpas por las obras. Cuatro colas los churros…. El pescadero me cuenta sus vacaciones. Compré urta para hacerla a la roteña y me pasé en el presupuesto (eso no es pecado). En la frutería mi prima tiene chirimoyas, naranjas mandarinas de Sevilla y nueces y castañas del país. Me llevo un poco de todo, para comer en casa. Voy a Isi a por una corbata color vino para mi marido.

Imprescindible la playa con ese día; el agua, transparente; ya ni las olas tienen estrés. A lo lejos, medio centenar de velas blancas en regata. Niños jugando con pelotas y cometas. Están los de siempre. Camino a casa nos cruzamos con los chavales disfrazados de guerreros nipones. Tiendo la segunda lavadora (con las sábanas). Comida, descanso y visita al III Salón Manga, en el patio del Colegio San Felipe. Nunca he visto tanto buen rollo entre tanta gente joven. Por la tarde, acuden también abuelos con sus nietos. Hacemos algunas fotos. Esto engancha.(30.834 personas pasaron por allí).

Nuevamente al casco antiguo: tapitas en Casa Castillo, paseo andando y última visita a Santa María, donde compramos butifarra (que ayer se acabó) y una tarta de manzana artesana para la oficina. En un local cercano, la gente juega al bingo. Santa María se acuesta tarde, y Antonio Septién, a las 11.30 horas, sigue todavía tras el mostrador. Mañana madrugaré para planchar, pero Cádiz hay que vivirlo.