En la céntrica calle Cádiz, circuito obligado para turistas y visitantes, podemos encontrar de todo: tiendas de regalo, heladerías, atrayentes entrada a casas del Siglo XVIII con patios blanquísimos llenos de flores, etc; son indicadores de la marca Conil, única y marinera, que justifica su calificación como villa turística.

En el número 25, una blanquísima fachada acoge local de restauración –Bocarte– y con acceso independiente y sobre él un hostal Boutique –Alzocaire-. Ambos pertenecen a la familia Muñoz Petaca (conocidos mayoristas de la pesca del atún en Conil), que acaban de iniciar este proyecto hostelero.

Bocarte, boquerón y anchoa vienen a ser lo mismo, variando simplemente el lugar en el que se capture, si bien bocarte se refiere al formato en conserva. En cualquier caso, es un pescado azul de gran valor comercial.

El pasado martes estuvimos disfrutando con nuestros amigos blogueros y comunicadores gastronómicos, de un almuerzo a modo de muestra de lo que elabora su cocina, regentada por Francisco José Pérez Menacho, cocinero emblema de la sierra de Cádiz, y que ahora traslada su buen oficio a la costa gaditana en este nuevo proyecto. Es muy positivo que tras los fogones haya un nombre y una personalidad, a los que siempre puedas seguir su trayectoria.

Se hizo obligatoria la subida a la azotea del edificio, con piscina y solárium, con vistas espectaculares a la playa de Los Bateles, ofreciendo una gran alternativa para las cenas de las noches conileñas. Alzocaire es un establecimiento hotelero clasificado como “hostal boutique”, por su particular “ubicación, servicio y diseño”, según concepto turístico creado en 1980, y algo así como hotel con encanto y de pequeño tamaño, y en cualquier caso, con buen gusto.

Los platos presentados por la cocina de Pérez Menacho, acompañados por vinos blancos de la provincia de Cádiz –Vejer y Chiclana-  (El Faro de Trafalgar, Matalian, etc.), pero también tintos de Sanlúcar (García de la Jara), recorrieron el mundo del pescado local, con algunos guiños a las algas y al queso payoyo de la sierra de Cádiz, producto que tan bien maneja este buen cocinero.

He aquí los platos que llegaron a nuestra mesa, de larga elaboración, pero muy interesantes:

Boquerón en 3 texturas (en vinagre, frito y con tierra de boquerón). Ensalada Petaca de naranja y marisco con mayonesa de kimchi. Consomé de atún (deshidratado, desmigado y marinado) con algas y soja, lima y jengibre, aceitunas negras y salicornia). Pulpo salteado con arroz cremoso sobre queso de cabra La Pastora. Piña colada macera en mangaroca. Para finalizar, café con leche comestible, en el apartado de lácteos, una mousse riquísima. 

La carta del Restaurante Bocarte es breve y densa, con platos complejos, basados en el producto local. Su título incluye el lema “Sabores km0”, en una apuesta por trabajar sobre lo que ofrece el mar y la huerta de Conil, todo de primera división. El marisco cocido es también para llevar.

Además de ingredientes como el queso gaditano, abundan los salteados de verduras de la huerta local, el salmorejo, gazpachos, ensaladas de frutos secos, las salazones, y el pescado con verduras, asado, además de varias elaboraciones del atún rojo, inevitable en la época y en el lugar. Es decir, Bocarte es una delegación de la gastronomía local.

Al finalizar, junto a las propietarias Joaquina y Paqui Muñoz Petaca, salieron a saludar el equipo de cocina formado por gente joven como Joaquín José Álvarez González y Pablo Genovesa Tello de Meneses.

Conil ha sido una cita imprescindible para conocer algo más de este verano tan difícil para la buena hostelería, y que los visitantes de la tierra debemos apoyar.

Gracias a la familia Petaca por su hospitalidad y a Pérez Menacho “Nene” por sus atenciones, junto al servicio de sala, atento siempre.