Dentro del ciclo de charlas Cádiz por el Clima, la Asociación de Amigos de Quiñones me invitó esta tarde a tratar en su sede el tema «Alimentación sostenible”, o también llamada Cocina por el planeta. Se trataba de dar algunas pinceladas sobre la situación de amenaza climática actual, y qué podríamos hacer los ciudadanos, llevando a cabo cambios en el modo de comprar, cocinar y en la dieta diaria. Medidas que podrían cuidar el medioambiente y detener su deterioro y que están al alcance de todos. 

El público llenó el Espacio Quiñones, incluso con personas de pie. El tema es de rabiosa actualidad y gran complejidad, con muchos factores y todos ellos de gran recorrido. Y mi propósito era situar el problema medioambiental y llevarlo al punto de la cocina y de nuestro modo de alimentarnos. Al cocinar también expresamos nuestro compromiso con el medio ambiente y con el bienestar de la humanidad globalizada.

En la charla intenté recorrer el mensaje del maltrato de nuestro planeta, en el que el despilfarro alimentario es uno de los grandes culpables y contra el que podemos luchar desde nuestra cocinas y nuestras decisiones de compra. Igualmente nos referimos al consumo excesivo de carne, al gran recorrido de los productos de origen lejano, causantes del CO2 en la atmósfera. Y, por supuesto, las malas prácticas en la cocina al conservar y manipular los alimentos. Todos estas variables pueden ser controlables por la ciudadanía comprometida.

La alimentación, que comprende la compra como conjunto de decisiones ciudadanas, nos lleva a la gestión de la cocina, con el objetivo de comer bien todos los días, por el bien de nuestra salud y la del planeta.

Una charla un tanto informal pero que intenta llegar al consumidor ciudadano, concienciándole de la importancia de sus actos -comerciales pero también políticos- , y advirtiéndole de que sus pequeños gestos pueden influir en la ecología y en el bien común de todos.

Y como ilustración de mi charla llevé algunos símbolos prácticos: un delantal, una agenda semanal para menús de casa, una talega para comprar el pan y una fiambrera de tamaño individual para la congelación de la comida y de las sobras.

En resumen, una noche especial, en la que he podido compartir mis ideas activistas por una vida mejor alrededor de la buena alimentación, y, sobre todo, del mejor modo de cocinar.