Frente a las malas prácticas establecidas que nos apenan o escandalizan, siempre hay una buena influencia de alguien, un reducto que transmite ejemplos positivos, bien de personas o de entidades. Junto a mi lista negra, me veo obligada a reconocer y agradecer a quienes están haciendo bien las cosas en la alimentación de la gente. Ahí va mi lista blanca:
- La dieta mediterránea, conjunto de alimentos saludables, bien cocinados y con criterios de cercanía y temporalidad.
- El aceite de oliva virgen extra, un super alimento para la humanidad, y del que España es el primer productor mundial. Bueno para todo.
- Las verduras frescas, que bien en crudo o elaboradas, solo traen a nuestro organismo salud, bienestar y equilibrio.
- Las legumbres, alimento familiar; con interesantes propiedades y al mejor precio, que lideran la nutrición colectiva del hogar.
- Los mercados de abastos que acercan los mejores productos frescos a las ciudades, en un entorno de relación directa con el cliente.
- Los nutricionistas, profesionales del comer sano y con fundamento, adaptado a la edad y el nivel de actividad de la persona.
- Los grandes cocineros profesionales, capaces de revalorizar los alimentos más humildes con sus mejores técnicas.
- Los buenos productores (agricultores, ganaderos y pescadores), que hacen su trabajo con honestidad y pasión.
- Los distribuidores de buenos productos, que con su eficaz y honesto asesoramiento apuestan por los alimentos decentes.
Y, sobre todo,
- La cocina de casa, el núcleo dónde nace el plato, el menú, la receta y el calor del mejor modo de comer y de la mejor manera de enseñar a comer. ¡Viva el cocinero de casa!
Creo que todavía esta lista -la blanca- le puede hacer frente a la otra. Es cuestión de voluntad.