A mediados del pasado mes de noviembre asistimos a una ruta guiada por los dos castillos gaditanos –San Sebastián y Santa Catalina- de la mano de Miguel García Díaz, experto en artillería por su pasado castrense. La visita estuvo organizada por la Asociación para la Difusión e Investigación del Patrimonio Cultural de Cádiz (ADIP), en colaboración con la Asociación Cádiz Ilustrada.
No era la primera vez que recorríamos ambas fortalezas. Pero en esta ocasión, el guía nos ilustró con maestría sobre el papel desempeñado por estos estos monumentos históricos, construidos bajo el mandato de Felipe II, a principios del siglo XVII, y tras el estado de destrucción de la ciudad por el asedio anglo-holandés.
El Castillo de San Sebastián: el punto de encuentro fue la puerta de La Caleta, en cuyos alrededores estuvo la ermita de Santa Catalina (perteneciente a la orden capuchina, y hoy desaparecida). Los baluartes, murallas y defensas de la zona se construyen durante el siglo XVII. Una anotación importante es el error del cartel a la entrada del castillo de San Sebastián y que reza: “Avanzada de Santa Isabel”, en lugar de “Avanzada de Isabel II” por la reina española, en alusión a la ampliación sufragada por la monarca en la fortaleza.
En tiempos pasados el camino al castillo de San Sebastián era un arrecife con bloques de piedra de cantería, difícil de recorrer, y dependiendo siempre de las mareas. Contaba con 4 puentes. En el siglo XVIII se acometen obras de mejora de este acceso. El lugar fue escenario de las romerías en honor a San Sebastián, camino a la ermita entonces situada en el castillo, saliendo desde la catedral vieja de Cádiz. La imagen del santo se encuentra hoy en la parroquia Castrense.
Sucesivos artillados van mejorando el acceso al castillo de San Sebastián. En 1860, con motivo de las obras de la Avanzada, el lugar recibe la visita de la reina Isabel II, junto a su marido Francisco de Asís, haciendo a pie el recorrido de ida. Ante la dificultad del camino, la reina pidió un coche para la vuelta.
En 1887 se artilla de nuevo y se vuelve a reformar la calzada, al igual que en 1898 durante la guerra con Estados Unidos. En 1957 se instalan nuevos cañones, quedando con el aspecto actual, incorporados ya redes eléctricas y telefónicas.
A mitad del recorrido, hicimos parada en la caseta del mareógrafo (uno de los dos existentes, dependiendo del entonces Instituto Geográfico y Estadístico), hoy cerrada por seguridad. El castillo es propiedad municipal desde el año 2000.
Ya ante la puerta de acceso a la fortaleza, Miguel García nos señaló el escudo de Felipe V existente, (1706-1713), y en el que faltan dos leones rampantes de piedra, así como cuatro cañones de bronce de costosa factura, que también han desaparecido.
La construcción del Puente Canal (1797), obliga a cortar la roca para comunicar la entrada a la Caleta. Cuando el asedio francés de 1812, se empleaban pequeñas barcazas para el transporte militar defensivo, denominadas como “fuerzas sutiles” por el enemigo.
El castillo sufre su última reforma en 1999. Pero a lo largo de su historia ha tenido muchas transformaciones . De ahí que se aluda a los detalles de la magnífica maqueta del Cádiz del XVIII, en el Museo de Las Cortes, con el castillo primitivo, y las construcciones militares y civiles de la ciudad. Lo primero que vemos en la fortaleza es el Cuerpo de Guardia, la batería-dormitorio de personal, y en medio la pequeña capilla del castillo. Más adelante, el almacén de pólvora y su aljibe, que hoy se mantiene. Lamentar que en el siglo XX se perdieran las letrinas, artilugio sanitario original del siglo XVII.
En la antigua ermita de San Sebastián se encontraba la imagen de la Virgen del Buen Viaje, que en 1457 protagonizó la historia del barco veneciano. En el recorrido encontramos parpuja entre las piedras, una rara hierba de grandes propiedades medicinales.
En la zona de la Avanzada, que tenía su propio cuerpo de guardia, se echan de menos unas 50 bóvedas originales que fueron derribadas, los faros anteriores (siglo XVII), el almacén de pólvora, la casa del gobernador y la citada ermita de San Sebastián.
Por otro lado, reconocer que el castillo de San Sebastián es un sitio mágico, con abundantes historias misteriosas.
Castillo de Santa Catalina: en 1596 se empieza a construir esta fortaleza por el ingeniero Cristóbal de Rojas. Un total de 100.000 ducados se libraron para ello, con objeto de defender y apoyar a la guarnición militar existente, si bien ésta se traslada en 1634 a la base de Puntales. En 1693 se construye la capilla, que aunque gravemente expoliada, está todavía en pie.
El castillo tiene forma de estrella. En su origen, corría el agua a su alrededor con dos semibaluartes, rastrillo y cortinas. Contaba con cuartos dormitorios, capilla, aljibe y almacén de pólvora.
En 1793 fue prisión militar de élite, hasta entregarse en 1991, donde comenzó su expolio. Personajes como Mariano Abasolo (clave en la independencia de Méjico) o el general Sanjurjo, estuvieron presos en su interior. En primera planta se situaban los dormitorios, albergando en ellos a 200 presos, testigos de Jehová (hoy objetores de conciencia frente al servicio militar), que se distinguieron siempre por su amabilidad y corrección.
Ya en la pequeña capilla (que ha perdido gran parte de su patrimonio artístico), recordar que su retablo fue realizado por Francisco de Saavedra, de estilo barroco. La imagen de la Inmaculada que lucía en el altar se encuentra hoy en la capilla de la Residencia Militar de Cortadura. En el recinto faltan las imágenes de Santa Catalina de Alejandría, San Diego de Alcalá y San Francisco de Asis. Actualmente el retablo (reconstruido con o más o menos fidelidad), acoge la imagen de la Virgen del Buen Viaje (procedente del castillo de San Sebastián), con el pie del Niño mutilado por un marinero fanático.
Un recorrido interesantísimo, que nos hace recordar a propios y forasteros, la importancia de nuestro pasado militar, defensivo y artístico, sin el cual no puede entenderse la historia de Cádiz.
Gracias a Miguel García, por facilitarnos tanta información de ambas fortalezas, así como de pequeñas historias ocurridas en su interior. Y gracias a ADIP, por estas iniciativas que están enriqueciendo el conocimiento y la cultura gaditana.
Solo esperar que se detenga la destrucción y abandono de estos lugares históricos y se cuide del patrimonio cultural como bien público e irrepetible.