UCA- dieta y enfermedades cardiovAlrededor de 22.000 euros cuesta a la sanidad un paciente con enfermedad cardiovascular en cinco años. Un infarto sale por más de 2.000 euros. Pero la realidad es que más de ¾ de la población no tiene una esperanza de vida libre de discapacidad a los 67-68 años. Por tanto es fundamental que se haga todo lo posible para que las personas permanezcan sanas e independientes el mayor tiempo de su vida.

Es una introducción de la última de las ponencias de los cursos de verano de la Universidad de Cádiz, concretamente el de “La doble cara de la alimentación: factor de riesgo potencial o elemento esencial en la prevención de la enfermedad”, y en esta ocasión llamado “Dieta y enfermedad cardiovascular”, a cargo de la doctora María José Santi, profesora titular de nutrición y dietética de la Facultad de Enfermería y Fisioterapia en Cádiz.

El caso es que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte (un 48%), y casi siempre en personas menores de 65 años. Muerte por ictus se da solo en el 6% para los hombres y el 9% para las mujeres.

Desde el año 1970 hay mejoras en los resultados, disminuyendo la mortalidad, debido a tratamientos terapéuticos como las estatinas para el colesterol y el menor consumo de tabaco. Pero hoy se vuelven a encender las alarmas debido a la prevalencia de la obesidad, que ha triplicado desde 1980 el riesgo de enfermedades cardiovasculares. De tal modo que los avances conseguido con anterioridad, ahora se han ralentizado.

UCA-dieta y enfermedades cardiov-2Hoy tenemos controlada la hipertensión, pero no la obesidad y la diabetes. De hecho la mortalidad por enfermedad coronaria es irrelevante por la prevalencia de la obesidad y la diabetes. Pero las enfermedades cardiovasculares determinan la salud y la discapacidad, además del posible fallecimiento. De hecho se produce una disminución de la productividad, ya que demanda cuidados sociales y la necesidad de cuidados informales por parte de la familia.

La población activa debe financiar las pensiones y necesitan de servicios de salud. Para que salgan las cuentas, se debe retrasar la edad de jubilación (67-68 años).

Los hábitos alimentarios para prevenir influyen en las enfermedades cardiovasculares, a través de la presión arterial, la diabetes mellitus, el peso, el colesterol sérico, etc. En Europa, la muerte prematura, la falta de salud y la discapacidad se debe a enfermedades cardiovasculares.

Estudios metabólicos demuestran que las ingestas elevadas de grasa total aumentan la presión arterial y el riesgo de ictus. Como razonable se considera una ingesta media del 30% de la energía total, pero se debería reducir hasta un total de 20-25%.

Hay que tener en cuenta que la composición de los ácidos grasos de la dieta es más importante que el contenido total de grasa.

Los estudios epidemiológicos y clínicos demuestran que el riesgo de Enfermedad Coronaria se reduce cuando se sustituye la ingesta calórica de grasas saturadas por grasas poliinsaturadas.

La recomendación original de la European Society of Cardiology (1980) era una ingesta de grasa saturada del 10%d de la Energía total de la dieta,  para obtener una concentración media de colesterol total de 200 mg/dL. 

En los años 1980 se consideraba que esta concentración de colesterol (200 mg/dL) contribuiría a una reducción en la enfermedad coronaria. Hoy se tiende a disminuir esta cifra. De hecho, los análisis que nos hacemos periódicamente lo aconsejan.