De la paella turística a la hamburguesa: no es solo una evolución. Están en juego filosofías, tendencias, principios y sobre todo salud y economía del consumidor. Ya es hora de que ambos comparezcan ante el gran público, esa gran masa social que llena el censo y que vota sin saberlo, simplemente siendo utilizado por ellos, por la casta. El ciudadano consume sus calorías, defectos y virtudes, pero también sus riesgos. Nada sale gratis. Hoy hemos traído a la portada del blog a la paella para turistas y a la hamburguesa, días antes de encarar una nueva etapa política, para que cada uno defienda lo suyo, dando la cara. Y, como corresponde, hablaremos de la irrupción de una nueva fuerza política: la ensaladilla. Comienza el debate.

A la izquierda, una hamburguesa del más rampante fast-food, de bajo perfil y precio y gran expansión geográfica, con marcas muy conocidas, aunque siempre en entredicho. Se le culpa de la obesidad.

Por la derecha, una paella made in Spain, algo rancia, hecha en serie, dicen que valenciana, con gambas y cigalas bien colocadas, como reclamo para atraer a los turistas. Con muchos años de carta en los bares, pero de un sabor neutro.

¡Empieza el tiempo! Que hablen los candidatos.

Hamburguesa: soy comida del pueblo llano, a bajo precio, soy demócrata, ofrezco el mínimo tiempo y esfuerzo para comer y aprovechar mejor las horas de amistad. Llego a todos los barrios, y mi marca es universal. Represento el populismo en la comida, las familias me consumen unidas. Mis sabores enganchan. Me encanta ver mis locales llenos a rebosar.

Paella turística: soy un producto nacional, muy de aquí. Llevo casi cuarenta años siendo líder en atractivos turísticos en España, y siempre bajo el mismo nombre. Lo mío es puro patriotismo. Tengo muchas modalidades, pero conservo mi esencia primitiva, no me gusta el cambio, porque solo nombrarme hace que se me abran todas las puertas. 

Señoras: podría decirse que ambas son buenas, cada una en su estilo….

Hamburguesa: yo doy de comer y ahorro tiempo, de ahí mi éxito. Pero la paella no me cae bien. Eso de dedicar tanto esfuerzo a la cocina no va conmigo, y está pasado de moda. Hay que ir con los tiempos.

Paella: yo presto mi imagen al turismo; con más o menos calidad, soy un plato muy equilibrado, soy de cocina clásica y cañí. Gracias a la paella, España va bien. Soy la reina del verano.

Hamburguesa: pero nosotros no obligamos a nadie a que coma en nuestros locales. Además, utilizamos buenos productos, incluso con alguna lechuguita para despistar….

Paella: pues el arroz es el mismo de siempre, es cuestión de añadir verduras variadas, pescado, carnes,…. En fin, estamos al servicio del verano, del sol y de la felicidad planificada.

Hamburguesa: insisto, la paella está desfasada. No se puede estar tanto tiempo en la cocina, es reaccionaria.

Paella: creo que la hamburguesa es un símbolo neocapitalista, que engancha y seduce al tieso.

Muy bien. Está claro que ambos están muy sobrados y que viven en posturas totalmente opuestas, por lo que nunca llegarán a entenderse. Sería ideal que ambas intentaran llegar a acuerdos para trabajar por la mejora de la comida en España, y no dedicarse al insulto gratuito, que no lleva a ningún sitio. Ciertamente y hoy día, ambas están desprestigiadas como alimentos…Pero díganme, qué pasará ahora que la ensaladilla se ha metido en las tapas como estrella de las barras…. Ya saben que es más barata, más sencilla de preparar y no responde a marcas ni a establecimientos. Solo es cuestión de un buen cocinero. ¿Cómo creen que llevarán esta repentina intromisión?.

Y en cuanto a la ensaladilla, ahí está, recién posicionada. Veremos que ocurre a partir de ahora. De momento, hamburguesa y paella se están poniendo nerviosos. ¿Algo más simple que una ensaladilla?, pues es el triunfo del lenguaje claro y entendible de la comida de todos, pero sin siglas de multinacionales ni platos desprestigiados por el mal uso. Y eso es lo que ninguno de los dos puede soportar.

Amigos, hay que estar atentos a los movimientos de la ensaladilla, que puede dar mucho juego, aunque solo sea por no dejar jugar a los demás. Una nueva etapa ha entrado en la carta del país, y habrá que tenerla en cuenta, haciéndose con un hueco ganado al público con muy poco presupuesto: patatas, zanahorias y huevo duro. Y nada más.

Adiós al bipartidismo.