Cuando en el pasado mes de marzo escribí sobre la nueva etapa del Bar Sopranis, sobre su proyecto de ampliación con el local vecino dedicado a tapas solamente, me quedé a la espera de que realizaran las correspondientes obras de adaptación para probar este nuevo espacio hostelero del barrio de Santa María, donde Sopranis hace unos seis años comenzó arriesgándose en una zona un tanto apartada y olvidada del resto del ambiente del centro gaditano. Hoy dia la zona está que «arde» turísticamente hablando. Con esta anexión, el antiguo local de Sopranis sigue como restaurante con platos más elaborados, mientras que este nuevo acoge el puro tapeo, hecho arte por cierto. Hace un par de semanas por fín pudimos disfrutar de sus platos más ortodoxos pero más vistosos y solventes, a prueba de paladares críticos. Y las imágenes lo dicen todo.
El nuevo local de Sopranis es pequeño, con cuatro o cinco mesitas, si bien se amplía con la terraza delantera de fachada y con la ocupación del callejón que lo separa del otro local de la misma empresa. Está claro que el establecimiento está muy insertado en lo que es el barrio, como ocurre en La Viña, dónde sentarse en un bar supone vivir al mismo ritmo que los habitantes de la zona, a los que ves pasar y moverse por la calle.
La cena-tapeo de la noche en cuestión éramos seis personas, que –al ir sin reserva previa- optamos por llegar alrededor de las nueve, hora a la que ya estaba lleno el interior del local. Nos tocó por tanto instalarlos en el callejón. Fueron ocho tapas las que degustamos junto a las cervezas y una sangría autóctona que estaba estupenda.
Comenzamos con las papas aliñás, consideradas de las mejores de Cádiz (son las de mi foto de perfil en FB). Seguimos con un paté de ortiguillas que estaban sensacionales (finas y exquisitas), además de la excelente presentación. También iba en la comanda el cóctel de mariscos de gran vistosidad y buena mezcla que probamos todos. Y no quisimos quedarnos sin dar la bienvenida al dobladillo gaditano, un clásico de la tapa rápida gaditana, que ha sido retomado por Sopranis, y que el establecimiento ha resuelto magníficamente.
Fueron llegando más encargos, como la ensalada de pollo asado –rica rica-, el flamenquín –en su justo tamaño y ejecución- , la ensalada de queso de cabra (auténtico), y lo que fue para mí el gran descubrimiento: la pavía de merluza, que estuvo genial, equilibrada entre continente y contenido.
Lógicamente,a base de tapas -aunque de un tamaño justo, ni pequeño ni excesivo- la cena para seis personas produjo una factura más que asumible entre todos. Sin embargo, todos salimos más que satisfechos. Fue una cena ligera, pero tomamos lo suficiente.
En fín, fue un desfile de tapas de lujo, en presentación, equilibrio y en sabores clásicos y auténticos. Está claro que detrás de estas tapas hay un gran maestro de cocina que sabe hacer.
Enhorabuena a Sopranis por esta nueva etapa. Cádiz necesita bares que dominen el oficio de la tapa en perfección en presentación y elaboración, y que estén en boca de todos por su profesionalidad. Nosotros salimos de allí encantados.
Está claro que la marca Sopranis transmite.
Hoy hemos estado en este restaurante y realmente me ha gustado mucho, desde que cambió de dirección y gente no estaba muy segura de cómo estaba, pues había oído todo tipo de comentarios. hemos tomado bvarios platos y todos muy buenos.