El sábado pasado salieron de casa para participar en la presentación del número 3 de la Revista “El Ático de los Gatos”, dirigido por la escritora Rosario Troncoso. Allí, en El Pelícano, junto a las Puertas de Tierra, estas papas aliñas dieron lo mejor de sí mismas. Pero su degustación llevó aparejada la lectura de un manifiesto:

Introducción : buenas noches a todos. Con el formato de manifiesto nos presentamos aquí, con la definición de ricas, saludables, gaditanas y sencillitas para incluir en el almuerzo o la cena. Nuestro origen: patatas de Sanlúcar, las mejores. Nuestros socios son la cebolla fresca o cebolleta, el perejil picado, el vinagre de Jerez, la sal de salina de San Fernando y el aceite de oliva virgen extra de Olvera. Todo está hecho aquí, y comprado en el mercado de abastos de Cádiz. Conclusión: somos un plato de primera categoría.

Cómo hemos llegado hasta aquí: la primeras condición es que todas seamos muy parecidas en tamaño. Debéis sumergirnos en agua hirviendo con sal durante unos veinte minutos. Luego nos sacáis, y nos dejáis enfriar un poco, lo justo para no quemaros las manos. Y ahora viene lu bueno: pelarnos y cortarnos a trocitos, e inmediatamente, añadís la cebolleta y el perejil muy picados, la sal, el vinagre y un chorreón de aceite. Remover con cuidado y ya somos realidad, ahora a disfrutar con nosotras.

Fundamento: engordamos menos que las papas fritas, servimos como guarnición y transmitimos oficio y placer. No necesitamos envase, duramos mucho tiempo al fresco, somos baratas (aunque no tanto como las otras, esas patatas lejanas y sin glamour que venden por ahí y que se deshacen al primer intento….). Le caemos bien a todo el mundo, porque no hay nada como ser de Cádiz.

Conclusión: somos parte de la cultura del pueblo y del mejor patrimonio gastronómico, pero no tenemos un sindicato que nos defienda. Somos una especie en extinción, frente al auge de las estrellas Michelín.

Objeto del manifiesto: Queremos que se nos considere un alimento gourmet, y para ello queremos que se nos cuide, que no preparen con cariño y con los mejores avíos, que no se olviden de nosotras, y que no seamos sustituidas por otros productos con más pamplinas.

¡Vivan las papas aliñás de siempre!»