En el office-cocina de las Religiosas de María Inmaculada en el centro de Sevilla, tenemos un espacio ideal para preparar nuestras mejores recetas. Normalmente, en cada clase, de dos horas de duración, a lo largo de once dias, elaboramos tres platos, que luego se someten a degustación del alumnado. La hora de comienzo es a las 17 horas, finalizando alrededor de las 19 horas.
Al entrar los alumnos y alumnas –de 10 a 15 según el grupo- se ponen el delantal con el logotipo del proyecto y el gorro preparado al efecto. Tras pasar lista para comprobar la asistencia, tarea que corresponde a las religiosas, nos disponemos alrededor de una mesa alargada en la que vamos colocando los distintos ingredientes, agrupados según los platos a preparar: arroz, ajos, cebollas, pimientos, zanahorias, garbanzos, aceite, sal, carne, perejil, etc., para pasar inmediatamente al picado de los mismos.
Con una pequeña introducción explicamos el plato a realizar, las distintas fases de la receta, así como una breve introducción de sus propiedades nutritivas y descripción de sus cualidades y origen. Por su condición de extranjeros, esta información suele interesarles mucho al desconocer nuestros productos.
Son los alumnos los que pelan y pican los ingredientes, cosa que sí saben hacer y muy bien. Una vez comenzada la elaboración en el fuego, les vamos mostrando los diferentes pasos de la receta en la cazuela, para que se vayan familiarizando. Al terminar el guiso procedemos a distribuirlo entre todos para su degustación.
Además de atender a sus preguntas sobre lo que estamos cocinando y otras posibles elaboraciones, siempre se establece un agradable diálogo entre los asistentes. De hecho tenemos en cada grupo personas de distintas religión –musulmana y de otras iglesias cristianas- que comentan la relación de sus creencias con la gastronomía. Todo ello convierte las clases de cocina en un foro muy interesante y útil para todos.
Por hacer balance de lo cocinado, pongo como ejemplo el grupo que ahora está a punto de finalizar el curso, y que está formado por personas de mayor edad (más de 40 años). Con ellos hemos cocinado platos como: lentejas (siempre empezamos por ellas), tomate frito, pimientos asados, puchero (versión musulmana), ropa vieja, arroz con jamón y verduras, salmón al horno, pescado en blanco, pastel de pescadilla, albóndigas de carne, tortilla de patatas, patatas aliñadas, croquetas de puchero, pisto de verduras, guiso de patatas con carne, pechugas de pavo con pasas y piñones, garbanzos con espinacas, salmorejo, gazpacho, musaka, garbanzos aliñados, sopa de fideos con coliflores, bacalao a la vizcaína y potaje de cuaresma. También se les ha enseñado a hacer tocino de cielo y arroz con leche, en la modalidad de postres.
El curso termina con una clase dedicada a organización de hogar y plancha, algo muy útil para ellos y ellas.
Como puede comprobarse, todos estos platos son los más básicos de un menú familiar. Y además de enseñar, ponemos empeño en que se acostumbren al aroma de la cocina sana, la que se elabora desde el principio en casa con todos sus ingredientes.
Nuestra mayor ilusión es que esta formación en cocina les sea de provecho a todos. Los que trabajan, para reforzar su curriculum. Y los que aún no trabajan, para que puedan abrírseles puertas en el servicio doméstico o como ayudantes en la hostelería. Ese es el objetivo de Cocinando Tu Futuro, un proyecto del Voluntariado de la Fundación Cajasol.