El año 2012 es el del “Envejecimiento Activo”, y llama la atención sobre la necesidad de que las personas mayores alcancen y conserven una aceptable autonomía en su modo de vida diario, lo que es posible con una buena alimentación. Los datos sobre desnutrición entre los mayores en nuestro país lo dicen todo: 4% para los que viven en casa, 16% si habitan en residencias y 23% si permanecen en hospitales. Inapetencia, trastornos de masticación, inmovilidad, polimedicación, soledad o pobreza son los factores de riesgo en los casos de desnutrición, de los que los dos últimos me indignan especialmente, porque podrían solucionarse de modo relativamente fácil.

El caso es que alimentar bien a una persona mayor necesita de la implicación de su entorno familiar  y de amistades, además del apoyo del sistema sanitario. Muchas veces me pregunto (porque no tengo información del tema) si el médico de cabecera está al tanto de la dieta de sus pacientes mayores, tengan o no problemas de dependencia o movilidad. Porque si estas personas comieran aceptablemente bien, mejoraría claramente su calidad de vida física y social y posiblemente tendrían menos “achaques”.

Se calcula que casi un 20% de los mayores que viven solos corren riesgo de desnutrición. Estas personas van perdiendo facultades que deterioran sus sentidos (olfato, sentido del gusto, problemas de masticación), pero también sus capacidades para comprar o cocinar alimentos, por no hablar de sus “manías” a la hora de alimentarse, que se convierten en malos hábitos. Y en general no tienen a nadie que controle las existencias de sus neveras, o la variedad de alimentos que consumen durante la semana.

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología avisa de que la crisis económica, la soledad, los problemas de salud, falta de apetito y pereza para cocinar ponen en riesgo de desnutrición a muchos de nuestros mayores, que pueden ingerir menos de 1000 calorías diarias, cuando en realidad necesitarían entre 2100-2500.

Los geriatras proponen para estas personas la dieta de la pirámide de alimentación saludable, con alimentos como pan, cereales, patatas, arroz, pasta, verduras, hortalizas, frutas, lácteos, carnes, pescados, huevos y grasas y dulces solo de manera ocasional. Deben hacer al menos las 3 comidas básicas, añadiendo un tentempié a media mañana y la llamada recena antes de dormir. En cualquier caso, se trata de que coman a menudo, aunque en pequeñas cantidades.

Fuente: Diario de Cádiz e Instituto Tomás Pascual.

Un libro: Cocina para mayores