Cada día crece el protagonismo de la tapa sobre los platos de restaurante de siempre. Tapas y raciones hacen que comamos de una manera más informal, a veces incluso de pie, compartiendo todo entre todos. Dicen que este fenómeno se debe a la crisis, puede ser, pero el tapear en grupo ha sido siempre una experiencia muy gratificante. Por eso, la tapa se convierte en el centro de atención del cliente, que la analiza y posee, valorando sus cualidades. Una buena tapa hace feliz a quien la consume.
En la Taberna El Embrujo, situada en la calle San Dimas en San Fernando (Cádiz), se tapea de lujo, con platos adaptados a la climatología. La última vez que estuvimos allí, probamos un caldo de puchero en cuenco de barro, que llevaba la correspondiente carne desmenuzada; otra ración estupenda fue pisto de verduras con jamón y huevo, también sensacional. Pero el último plato nos sorprendió, el codillo, preparado de tal manera que era fácil su “disección”, con una carne fibrosa, jugosa tierna y sabrosa. La Taberna El Embrujo cuenta con una notable carta de vinos de la tierra de Cádiz. Su decoración está hecha con materiales antiguos (suelos, puertas, vitrinas, etc.). Disfrutamos con los platos de este lugar. Por eso lo cuento.
Por otro lado, el Lumen, situado en Cádiz, en los jardines de Varela, comienza tras un periodo de cierre, una segunda etapa bajo nueva dirección. Su cocinero, Álvaro Vela, elabora una carta pequeña pero selecta, que piensa mantener según la acogida. En concreto, un tomate relleno de ibérico, me conquistó. El huevo a baja temperatura con pisto se ganó la admiración de mi hijo. Y la tosta de crema de mejillones con anchoas de Cantábrico estaba excelente. Otras tapas tradicionales como la básica ensaladilla y las papas aliñás con atún, estaban a la altura de un buen cocinero. Solo cabe esperar que el tiempo consolide este establecimiento que completa su espacio interior con una terraza exterior, que los fines de semana de buen tiempo está llena desde mediodía con cervezas y tapas, y hasta las primeras horas de la tarde con cafés y cubatas. Les deseamos mucha suerte.
Y no puedo olvidar otro bar-restaurante que sigue estando a la altura: el Arsenio Manila, situado en el Paseo Marítimo gaditano, con diferentes espacios para reuniones y reservados, con renovada y acogedora decoración. Este lugar dedica ahora todo su interior al buen tapeo en mesa o en la pequeña barra. Sus propuestas son de lo más adecuadas para ganarse al cliente: turrón de foie, salmorejo con huevo y tocino ibérico ahumado (sensacional), ravioli de langostinos relleno de setas, atún con foie con crema de maíz, y unos calamares fritos con salsa dulce. Cuentan con una buena oferta de vinos tintos. Arsenio Manila es una casa de alto placer gastronómico que cuida hasta el menor detalle.