El pasado jueves 3 de marzo, en la capilla del convento sevillano de San José (Las Teresas), se presentó el libro “Teresa de Jesús, esa mujer”, escrito por Carlos Ros. El acto estuvo dirigido por Miguel García Fraile, subdirector de Editorial San Pablo; Francisco Gutiérrez, carmelita y teólogo de Granada; Sor María Inés de Jesús, superiora de las Carmelitas Descalzas de Sevilla, junto a Carlos Ros, sacerdote y autor también de otras tres biografías carmelitas. Según Ortega y Gasset: “la obra de caridad más propia de nuestro tiempo consiste en no publicar libros superfluos”, refiriéndose a la Cuaresma.
“Teresa de Jesús, esa mujer”, es un recorrido desde el nacimiento de la santa hasta su muerte, junto a otros 450 personajes, que aparecen y desaparecen de la obra. Los pasajes han salido de la pluma de Teresa, como en una película, pero corresponden a la realidad (sea o no demostrable). Lo más original del libro es su visión de la reforma teresiana, distinta de la oficial. Se trata de una historia apasionante, acentuada sobre la mujer que rompe moldes de su época como santa.
Umbral, escritor agnóstico, se refirió a ella como “la mujer que mejor ha escrito el castellano”; Teresa es mujer que enamora, y ahí empieza el camino para comprenderla. Dicen que si hubiese más ateos, Santa Teresa sería un best-seller. En su época no le perdonaron que fuera mujer, y hoy no le perdonan que fuera monja.
Teresa de Jesús sabía cocinar, hacía de sicóloga, de aparejadora, de agente inmobiliario, era poetisa, escribía bellísimas cartas, gustaba de tocar el tambor, era enemiga de honras y linajes, era viajera incansable (en carromatos, mulos, etc.), maestra, lectora empedernida y sobre todo reformadora. Pasaba del altar a los fogones. Se la considera patrona de la gastronomía.
Se carteaba con duques y reyes, pero también dormía en el suelo. Tenía un gran sentido del humor. Ponía motes a sus enemigos. Cuentan que ya muy enferma, andando con dificultad por la calle, unos jóvenes corriendo la tiran al suelo un jueves santo (tenía 67 años); su acompañante intenta recogerla pero a ella le da la risa.
El lugar escogido para la presentación del libro, el convento de San José, posee un pequeño museo con objetos de la santa, entre ellos su tambor y el retrato de Fray Juan de la Miseria para el que ella misma posó; pues en Sevilla pasó Teresa un año, siendo su primer domicilio una casa situada en la calle Alfonso XII, desde donde pasó luego a la calle Zaragoza (esta casa existe aún), culminando luego la fundación en el convento de San José (Las Teresa), en el barrio de Santa Cruz. En 2015 se cumplirán los 500 años de su nacimiento.
El libro “Teresa de Jesús, esa mujer” sintetiza, en 32 amenos capítulos, su historia familiar; ofrece una visión de la santa pero sin ser manipulada, sino refrescando la historia del Carmelo sin discusiones y con la garantía de caer en las redes de Teresa, que actuó en tres frentes: fue maestra, volviendo sobre la oración; se entregó por la Iglesia; y todo en la sociedad de entonces, en tiempos tan difíciles como éstos.
En su intervención, la superiora María Inés de Jesús, como monja carmelita, alude a que Teresa de Jesús fue proclamada doctora de la Iglesia en 1970 y cinco años más tarde patrona de los escritores españoles. Esta biografía que se presenta es apta para todos los públicos. Hay otros estudios para comprender sus obras (ella enmendaba poco sus escrituras). Sus cartas son una joya para el lector, pero no para el gran público.
El libro no es una novela historiada sino una biografía seria, documentada y contrastada con 200 autores. Estamos ante un prodigio de mujer, que defendió la dignidad femenina, ofreciendo un mensaje al mundo actual. Carlos Ros, el autor, dice que descubrió a Santa Teresa en su madurez, a través del estudio de sus colaboradores, como Jerónimo Gracián, carmelita descalzo, fundador del convento de Los Remedios en Sevilla y su gran compañero. Al salir de Sevilla, Teresa deja a la joven María de San José como primera priora del convento recién fundado, y más tarde a Ana de Jesús. El siglo XVI fue totalmente misógino, y sin embargo Santa Teresa funda conventos de mujeres y de hombres. Al morir la santa, sus discípulos son perseguidos.
“Teresa de Jesús, esa mujer… mujer que ha escalado hasta la séptima morada de Dios mientras se distrae en la cocina, porque también: ‘Entre los pucheros anda el Señor’.
Una vecina le prestó a las monjas una sartén, que no tenían. Recibieron una limosna y cada una fue sugiriendo en qué gastarían el dinero. Pero la Madre terció: -En la sartén, en la sartén.