La noche más larga, el día más corto. Y encima lloviendo….pero la cocina no tiene la culpa. Me esperan cuatro platos, cuatro líos al fin y al cabo, cada uno de su padre y de su madre. Ponerse a cocinar a las seis y media de la tarde en un mes de diciembre es una temeridad, porque al final te coge el toro, se te viene encima la hora de la cena y no has acabado la tarea. Choco en salsa, tomate frito, pastel de romanesco y un pisto de verduras. Hoy hay mucho que contar. A las pruebas me remito.


El presidente Obama quiere que los escolares coman mejor. Y por eso el pasado 13 de diciembre firmó la ley para la nutrición infantil, a instancias de su mujer. Con ello espera mejorar la calidad de la comida que se distribuye en las escuelas elementales de los Estados Unidos. La ley se denomina «Healthy, Hunger-Free Kids Act», y dispone que se ofrezcan más comidas y de mejor calidad a los niños, disminuyendo grasas y exceso de calorías. Con esta medida, se busca ganarle la batalla a la obesidad infantil. Los americanos ya están trabajando para mejorar la alimentación de sus habitantes, empezando por los niños. A ver si aquí cunde el ejemplo, con los buenos productos que tenemos aquí…
Acabó la cocina de este lunes y mientras escribía este post sonó la lavadora, pitó la thermomix y tuve que freir unas croquetas de bacalao autóctonas para la cena. Terminé con la bata llena de manchas, cosa normal en mi caso. Debería comprar el tiempo que a otros les sobra. La vida está llena de contrastes y de desigualdades. En la política y en el poder económico, cada uno va a la suyo, es la sensación que da al escuchar las noticias de mi radio cocinera…mañana habrá que congelar las cosas que he preparado. El solsticio de invierno no da para más.