Creo que ella misma se ha quedado atrás y no ha avanzado con los tiempos, por no haber reivindicado sus derechos en base a sus propios valores. En tanto sus compañeras las hortalizas de color verde han desempeñado papeles notables en la alta cocina, asomándose a los diferentes medios de comunicación, ella ha estado relegada a los mercados de barrio. Tampoco los niños la encuentran simpática, de hecho la aborrecen. Recuerdo que fue la única verdura que mi hijo de pequeño se negaba a tomar, y que solo conseguí que lo hiciera añadiéndole tomate frito. (¡Vamos que si se la tomaba, estaría bueno…!.)

Pero estoy dispuesta a rehabilitar la coliflor, creo que se lo merece. Contiene gran cantidad de vitaminas y dicen los entendidos que es un potente antioxidante. Tiene múltiples preparaciones. Cocida y salteada con ajitos, y luego limón en el plato, está genial. Os la recomiendo.

Poned una coliflor en vuestra dieta, es una verdura tan importante o más que las otras, y solo es cuestión de añadirle complementos más actuales, un simple pret-á-porter, que actualice su look. Hasta aquí la campaña en favor de la coliflor. A continuación os doy una receta chulísima que probé hace muchos años, para que los niños la coman. (¡Qué lucha con que coman los niños!).