No he querido borrar este artículo recibido como boletín de la excelente página Consumer Eroski, hasta publicar aquí el resumen, porque sigue estando vigente la cuestión de los alimentos light (etiquetados por la industria) como si fueran bajos en calorías. Y además, con múltiples declaraciones que aparecen en los envases y que forman parte de una campaña para “vender alimentos saludables”, que no lo son tanto…

La industria quiere dar a entender que estos productos son mejores para la salud que el resto. Resulta que los etiquetados como “light” llevan grasas, calorías, azúcares e incluso sal. Vamos, que engordan incluso más que los convencionales. Pero es que a un gran sector de consumidores es lo que le atrae, que sea supuestamente «bajo en calorías». Alimentos compuestos a demanda.

Los mensajes de estos productos son “bajo contenido en grasa”, “sin azúcares añadidos”, “zero”, “0%”, “bajo en calorías”, “reducido en calorías”, “sin calorías”, “Bajo contenido en azúcar”, “Sin azúcares”, “bajo contenido en grasa», «sin grasa», bajo contenido en grasas saturadas», «sin grasas saturadas», «bajo contenido en sal», «muy bajo contenido en sal» o «sin sal». El significado según normativa de todos estos mensajes están en el artículo de Eroski.

Son declaraciones que llevan los envases de muchos productos, que inclinan la decisión de compra del consumidor, pensando que compra lo mejor, lo más saludable. Y resulta, que en muchas ocasiones el componente suprimido o reducido, se sustituye por otro que tiene peor perfil en cuanto a grasa, azúcar, sal, en suma, más calorías e ingrediente indeseable.

E insisto, desde mi puesto en cocina doméstica, que los alimentos frescos no necesitan ningún mensaje aclaratorio, ni procesado alguno. Son lo que son y tienen sus propiedades primitivas. Y para los preocupados por consumir más o menos calorías, es cuestión de comer menos y mejor.