El próximo 10 de diciembre tendrá lugar en el Ayuntamiento de Oslo la entrega de los premios Nobel 2020. Este año, el correspondiente a la Paz se lo llevará el Programa Mundial de Alimentos, dependiente de Naciones Unidas. Es un modo de reconocer y valorar el trabajo que viene realizando esta institución, y sobre todo ahora, en el marco dramático de la pandemia por el Covid junto a la recesión económica mundial.

El PMA comenzó a funcionar en 1962, en varias catástrofes acontecidas en aquel momento y que pusieron de manifiesto las situaciones de hambrunas de gran parte de la población afectada. Tiene su sede en Roma.

La institución tiene como objetivo llevar alimentos y asistencia a más de 100 millones de personas en 90 países, apoyando proyectos de desarrollo, así como ayuda a refugiados y personas desplazadas, sobre la idea de que el hambre es causa y efecto de los conflictos bélicos que se producen en el planeta. Su trabajo impide que la falta de alimentos se convierta en arma de guerra.

El PMA cuenta con el mayor despliegue logístico de todas las organizaciones humanitarias actuales. Con un promedio de 30 buques, 5.000 camiones y 70 aviones transportando comida por todo el mundo, sirve 15.000 raciones de alimentos, todo ello en un día cualquiera. Se financia de las donaciones realizadas por los países miembros de la ONU.

De ese modo, el Programa da respuesta rápida a las necesidades producidas por las catástrofes o los conflictos armados y llega a sitios recónditos y difíciles de acceder por sus malas comunicaciones.

Con la pandemia, el número de personas afectadas por la falta de alimentos se duplicará con respecto a las cifras de 2.019, por lo que habrá que reforzar la ayuda, dado el peligro de nuevas situaciones de emergencias alimentarias o hambrunas, ya de por sí importantes, con 800 millones de hambrientos en todo el mundo.

Las mujeres son una prioridad para el PMA. Ellas no solo cocinan, sino cultivan y cosechan., y son las últimas en recibir alimentos.