Hace algo más de 50 años, llegó a muchos hogares una olla cuyo objetivo era acortar tiempos: la elaboración de potajes y pucheros domésticos con ella permitiría conciliar faenas dentro y fuera de casa, porque la mujer empezaba a actuar en el mercado del trabajo y ciertamente tenía pocos aliados en su vida cotidiana.
Era el signo de la modernidad, si bien el artilugio también tuvo sus detractores entre las ortodoxas culinarias (yo lo sigo siendo un poco). Hablo de la “olla express” o también llamada “olla a presión”. La que tenéis en la imagen.
Después de gozar de prestigio y admiración durante lustros y ser imprescindible en las cocinas, he sabido que lleva mucho tiempo siendo claramente marginada. Su mecanismo está superado, obsoleto, comprobándose que no puede cumplir –aunque quisiera- la labor que se le encomendó en su día: sacarle el máximo partido al guiso y en el menor tiempo posible.
Ella no tiene la culpa, pero otros componentes han ocupado su lugar con nuevos materiales y técnicas. Los tiempos adelantan, es ley de vida, los objetos se renuevan, se mejoran y se posicionan. Pero también es verdad que el mortero lleva más de 5.000 años en las cocinas y ahí sigue….
La “olla superrápida”, ha llegado para sustituir a la “olla a presión”. Cristina Galiano, la experta comunicadora en cocina y nutrición lo cuenta en esta entrada de su blog.
Explica Galiano la gran diferencia que hay entre la antigua y la nueva, y no solo en rapidez –que también- sino sobre todo en calidad nutricional. De hecho la antigua olla a presión ya no se fabrica, al menos por parte de las marcas punteras. Es casi un objeto de museo.
Los mecanismos de las primeras ollas a presión no estaban conseguidos del todo, y al parecer las temperaturas de su interior eran excesivas, amenazando la conservación de las vitaminas. Al girar la válvula de presión se escapaba el vapor de agua, siendo complicado conseguir la presión justa durante la cocción, a base de bajar o subir el fuego.
En cualquier caso, los términos “olla a presión” u “olla express” deben quedar en el pasado, y adjudicar el término definitivo “olla superrápida” a las modernas ollas, de magnífica terminación en sus aleaciones, y representantes de la nueva época de artilugios culinarios. Estas ollas modernas realmente sirven para todo, pero también pueden utilizarse sin cerrar a presión, es decir, para cocción convencional.
Mi comentario: nunca utilicé la olla presión como tal, aunque la tuve muchos años y la regalé hace poco a alguien que la necesitaba más que yo. Pero me servía –dada su capacidad- para potajes y pucheros hechos a su tiempo, «al potopó», como dice mi amiga María Luisa Ucero. En realidad, le tenía mucho cariño.
Creo que esta olla, por anticuada que sea, traerá muchos recuerdos a toda una generación de cocineros novatos de casa, y seguro que todavía permanecerá en muchos muebles de cocina.