Varias veces he escrito sobre la necesidad de diseñar con antelación los menús de casa para varios días, como el procedimiento más sensato para que los que viven en ella coman bien y sobre todo variado. La improvisación no es buena compañera en esto de la cocina, cuando se trata de comer de todo. Pero además, acabo de comprobar que este consejo también se recoge en la nueva Guía de la Alimentación Saludable, presentada en Cádiz recientemente, y coordinado por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria.

Trabajar con esta pauta previsora supone facilitar el trámite de comer bien en casa, empezando por la lista de la compra y siguiendo por el posterior cocinado.

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Es curioso como cada vez se planifica menos la cocina, teniendo en cuenta los difíciles horarios que mantenemos, las jornadas que trabajamos y además, en las familias con niños, las numerosas contingencias e imprevistos que se dan. Razones todas que deberían convencernos para hacer las cosas con anticipación, concretamente en el caso de la cocina.

Hacemos planes de vacaciones, de pagos, de agenda, etc., pero da la impresión de que las decisiones relacionadas con el comer se toman a última hora, sobre todo porque se es consciente de que se puede recurrir a la comida procesada para salir del paso.

En la cocina lo deseable sería: planificar, planificar, de siete en siete días, que tampoco es tan difícil.

Y lo que está muy claro es que las familias con menos recursos económicos son las que más necesitan esta planificación, porque sus presupuestos están muy ajustados y no pueden permitirse el lujo del despilfarro, sacando todo el partido posible al trabajo en la cocina, para que todos los miembros de la familia coman en condiciones. Y esa es una tarea a veces difícil, pero no imposible, que ya lo hicieron en el pasado nuestras madres y abuelas.