A partir de hoy ocupará un lugar más escondido dentro de los muebles de cocina, de dónde saldrá solo en casos de urgencias o imprevistos. Son ya muchos años dando servicio y quiere dejar paso a las jóvenes, más sólidas, flexibles, funcionales y con mejor forma física. De momento su papel será vigilar y asesorar. Ésta es la foto de hoy.
¿Recuerda sus primeros tiempos?
Claro que sí. Entonces solo me podían encontrar en tiendas especializadas, grandes centros comerciales, y no era precisamente barata. Las fiambreras como yo, allá por los años 70, vinimos a sustituir a los cacharros de cocina en las sobras, por aquello de ajustar el tamaño al contenido. Nuestra labor era optimizar el espacio en las neveras.
¿Y cómo se encuentra después de tantos años?
Hombre, aún no estoy deformada ni dañada del todo, aunque mi tapadera ya no cierra como antes. Es que mi material es de los buenos, soy de plástico duro, una especie de silicona flexible pero firme. Creo que ya no se fabrica como entonces. Habrá notado que tengo algunos rasguños pero poca cosa….
Usted tuvo que acostumbrarse al lavavajillas….
Por supuesto. Pero tuve suerte de que no se pasaran con la temperatura de lavado, y por eso no he perdido mi figura. No sé, hay gente que tiene fiambreras que dan pena, dobladas, descoloridas o incluso sin tapadera. De esta casa no me puedo quejar. Soy como uno más de la familia.
¿Qué solía guardar en su interior?
Pues casi de todo. Pero me especialicé en ensaladillas. Cuando sobraba algo así como un plato contaban conmigo. Además, la luz no me puede, y soporto perfectamente la refrigeración o el congelado.
¿Es consciente de la importancia que tienen hoy las fiambreras?
Claro que sí. No hay hogar bien organizado que no nos utilice para conservar sobras, dividir raciones, transportar comidas y congelar guisos. Somos colaboradoras imprescindibles de la cocina.
¿Y qué piensa de las fiambreras actuales?
Bueno, es que ahora la calidad es muy desigual. Por un lado están los envases de un solo uso, y por otro las buenas fiambreras que lo resisten todo. Yo soy partidaria de la reutilización, creo que no es bueno ir dejando por ahí tantos residuos, a menos que sea imprescindible. Es cuestión de que nos desinfecten correctamente tras nuestro trabajo.
¿Y no se aburrirá en su nuevo rincón?
Tal vez un poco, pero no voy a durar eternamente en la élite fiambreril. Además, si llevo bien mi vejez (que estoy segura de que sí), podré ser futura pieza de museo. Ya he cumplido 55 años, y, aunque bien llevados, he probado todos los sabores y olido todos los aromas de la comida de hogar. Por ello, aunque desde la retaguardia, seguiré disfrutando de la movida diaria de desayunos, almuerzos y cenas. Lo que peor llevo es lo del nombrecito ese «tupperware», que no lo trago.
¿Lo que más le ha gustado?
El cariño que me tienen en esta casa, que hace que no me quieran prestar a nadie. Por eso nunca me he extraviado ni he cambiado de dueño.
Siendo una pobre fiambrera ya prejubilada, con ciertas dificultades para el cierre hermético, represento todavía el orden, la organización y la higiene en la cocina de las elaboraciones.
Si me necesitan, ya saben dónde estoy, ahora tengo que hacer cuentas para mi jubilación….y, si no les importa, les agradecería algún comentario de despedida en esta entrada.
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