Hace algunos años que la firma chiclanera Antonia Butrón dio el salto a la capital gaditana. Conocida hasta entonces por sus excelentes dulces y postres, decidió probar con la línea de las empanadas de hojaldres, productos que han tenido una magnífica aceptación en Cádiz por su calidad y originalidad en los sabores, justificando el término Empanadería, con el que la firma tituló su actividad. Hoy esta palabra está totalmente asumida en el vocabulario gastronómico de la ciudad, habiendo sido copiada en otro negocio similar, y las empanadas han visto ampliar sus sabores. Butrón ha puesto en el mercado diversas variedades en dulces, tartas y otros productos salados, junto a especialidades clásicas de navidad.
Ahora Antonia Butrón acaba de sorprendernos con un roscón de reyes propio, llamado Corona de Reyes, que se presenta en tres tipos de relleno: chocolate, crema y cabello de ángel, y en decoración infantil y para adultos. Toda una originalidad para degustar y disfrutar por toda la familia, tanto en estas fiestas como en ocasiones especiales.
Productos tratados con mimo, bajo la filosofía de la excelencia, prescindiendo incluso de las proporciones de las recetas, y listos para servir en su punto justo de cocción, hacen de esta tienda chiclanera -con tres establecimientos ya en Cádiz-, una referencia del buen hacer en sabor, calidad y presentación.
El proyecto Butrón ha sido minuciosamente cuidado en su imagen corporativa, la bondad de sus ingredientes y la elaboración de sus productos. Sus locales son un ejemplo de identificación con la pastelería tradicional y artesana, con un toque de innovación y cercanía. Sus empanadas de hojaldre, por popularidad, son ya un clásico en la comida para llevar a casa de los gaditanos.
Enhorabuena a Butrón por la Corona de Reyes. La imagen de portada corresponde a una corona rellena de chocolate y en decoración infantil que probamos en casa, y que resultó ser riquísima y más ligera de lo que parecía.
Sin ser la noche de Reyes,
la gente se comió un rosco
en modo amable, no tosco:
sin contradecir las leyes.
De donut grande la forma,
la concéntrica corona
no de espinas ni llorona
y en suave plataforma.
Para niños presentable,
multicolor y festivo,
muy tierno, muy masticable
y al final muy digestivo.
Público objetivo había:
de edades varias, chiquillos
con mayores que ese día
mascaban a dos carrillos.
Y de signos muy contrarios:
leos, tauros, virgos, aries
gémines y sagitarios,
sin miedo alguno a las caries
con el dulce extraordinario.
Por tanto, final redondo,
sin separación de clases.
Se comió el rosco por fases
y se rebañó hasta el fondo.