No solo con tiempo y dinero compra el hombre. Hay todo un abanico de preferencias, marcas, prejuicios y prioridades a la hora de elegir un supermercado. Yo –desde que tengo uso de razón gastronómico, no hace mucho- me he sentido atraida por la calidad y la garantía de los productos de alimentación, que ya viví épocas de comer mal y sin fundamento, que no quiero repetir. Hoy puedo decir que me encanta hacer la compra, aunque también dispongo de más tiempo que años atrás. Eso sí, he dejado de comprarlo todo en el super más caro y mejor, porque también éste ha bajado su calidad en los productos frescos. Está claro, que en el comercio, como en la hostelería o como en el amor, no siempre perdura la excelencia, lo que es una pena.
Por lo mucho que escribo sobre él, sabréis que disfruto comprando en el mercado de abastos, porque allí encuentro los mejores y más fiables productos a granel: frutas, verduras, carnes y pescados…. Y cada día me hace más ilusión llevar a casa unas materias primas con las que mi cocina quedará más que agradecida. Todo sea por el mejor sabor de nuestra comida y satisfacción de los degustadores. Si los productos son buenos y cocinamos con cariño, todo saldrá bueno.
Por seguir con la descripción de mis pamplinas comerciales, confieso que me fio poco de las marcas blancas en artículos como embutidos al corte, pastas, aceites o yogures, porque además no me convencieron al probarlos. Me da igual una marca blanca de lejía, de detergente o de limpiacristales, porque no me los voy a comer. Y por eso me fastidia no encontrar diversidad de marcas en los estantes, obligándome a llevarme otras sin consultarme siquiera….
Creo que tal como están últimamente las cosas no se puede comprar pescado, carne o frutas en cualquier sitio, y hay que desconfiar de su procedencia y sus propiedades, si queremos comer bien en casa, claro.
Y pienso y lamento que –estrechez económica familiar aparte- se le está faltando el respeto a los alimentos y a las preferencias de los consumidores que se toman en serio la alimentación; que en un país como España deberíamos seguir encontrando de todo en los supermercados, y de todos los precios. Ciertamente nunca tuvimos tanto donde elegir.
La compra, como la cocina, es una tarea importantísima para nuestra salud. Y cocinando en casa miramos también por nuestra economía.