No es la primera vez que encuentro una receta escrita como decoración de un paño de cocina. Éste tan simpático, cuya imagen tenéis abajo, debe tener muchos años, y estaba en casa de mis suegros. Buena costumbre la de incluir recetas de platos en los paños de cocina de uso diario, aunque creo que ya no se lleva. Deberían incluirse las recetas más básicas de la cocina, para que no se olviden, y no haya que buscarlas en google. A veces las cosas antiguas están muy bien hechas. Bueno, el caso es que hoy lo hemos elaborado en casa y ha gustado. Se trata de un plato contundente pero ligero, pues apenas lleva ingredientes “accesorios”.

Ingredientes (4 personas): tres patatas de Sanlúcar grandes, 800 g de bacalao en lomos, ½ kg de espinacas frescas y limpias en bolsita, sal y aceite de oliva virgen extra. Yo le puse además 4-5 ajitos.

Desalar el bacalao como dia y medio, cambiando el agua cada ocho horas, siempre en la nevera. Calentar el horno, preparar una fuente en la que quepan los lomos de bacalao. Pelar las patatas en rodajas, salar y freir con poco aceite. Ir colocando las patatas sofritas en la fuente. Cocer las espinacas con agua y sal durante 5 minutos y reservar. Sofreir los lomos de bacalao en otra sartén con poco aceite, dando vueltas, y colocar sobre las patatas. En otro perol con poco aceite también, pochar los ajitos muy picados y saltear las espinacas, cuando estén listas, poner encima de la fuente.

A continuación introducir en el horno calentado a 200º durante veinte minutos. (Yo saqué la bandeja del horno, para utilizar la parrilla, con idea de que llegase mejor el calor a la fuente).

Es un plato con sabores muy básicos. De ahí que sea importante la calidad de la patata, del aceite, de las espinacas y del bacalao. Todo debe estar muy fresco.

No me diréis que no están graciosos los dos esquimales sobre su kayak (creo que se escribe así….)

Sobre el bacalao:

El desalado: en primer lugar los trozos de bacalo se deben lavar con agua fría bajo el grifo y luego sumergirlos en un recipienbte también con agua fría (y en la nevera). Durante el dia de remojo se debe cambiar el agua de dos a tres veces o cada ocho o diez horas más o menos. Pasadas las 24 horas, pellizcar y probar el bacalao para ver si está en su punto de sal o si necesita más remojo (dependerá del grosor). Una vez desalado, podemos prepararlo o congelarlo para futuras aplicaciones.

El 50% de las necesidades diarias de vitamina D, necesaria para la formación y mantenimiento del sistema óseo, se ven cubiertas con una ración de unos 200 gramos de bacalao. No obstante, por su cantidad elevadísima de sal (aunque menos con el remojo), las personas que tienen hipertensión arterial o alteraciones en la retención de líquidos deben preferir el bacalao fresco. Si se escoge el salado, desalar exhaustivamente. El dia que se consuma bacalao, deben evitarse otros alimentos ricos en sal.

Fuente: Doctora Iva Marqués, dietista-nutricionista y Doctora en Fisiología y Alimentación por la Universidad de Navarra.

Actualmente es Profesora Titular de Nutrición y Bromatología de la  Universidad de Zaragoza, ejerciendo su actividad docente en el Grado de  Nutrición Humana y Dietética.

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