Es uno de los platos más sencillos, antiguos y frecuentes en nuestras mesas. Mi madre los hacía muy a menudo; sirven para completar un menú con un plato contundente, porque además admiten conservas o huevos. Pero es cierto que no siempre salen a plena satisfacción, al menos a mí me pasa. Mi hijo –a quien le encantan los pimientos asados- me preguntó hace días los trucos para hacerlos. Pues aquí van, son mis trucos propios. Y supongo que, como los principios, los demás tendrán los suyos.

1.- El tipo de fuego es importante. Mi madre empleaba cocina de fuego convencional, claro, y personalmente pienso que es la mejor opción para asar los pimientos, con fuego medio. En casa tengo vitrocerámica, por lo que, después de alguna prueba en ella con un asados convencional, tengo claro que lo mejor es el horno.

2.- La temperatura: para asar pimientos hay que calentar el horno unos diez minutos más o menos, a máxima potencia, sobre todo si estamos en invierno. En verano no es tan necesario. Y luego, bajar a 180º, temperatura a la que los pimientos se asan bastante bien. Para ensuciar lo menos posible, utilizo una fuente con el ancho del horno en la que coloco los pimientos con un chorrito de buen aceite por encima.

3.- Los tiempos: suelo contar 25 minutos en una postura, les doy la vuelta y los tengo 25 minutos más. Y me va bien, asándose por todos los lados. 

4.- El sudado de los pimientos: una vez apagado el horno, los introduzco en una fiambrera cerrada, espero un rato a que se enfríen y los meto en la nevera. Allí deberán permanecer al menos una noche para poder pelarlos y limpiarlos al día siguiente.

5.- El pelado: esta operación ya debe ser fácil; la piel debe salir sola, sin esfuerzo. Entonces los pongo en tiras largas y me deshago de los rabitos y las pepitas. Las voy colocando aparte.

6.- El jugo: los pimientos, tras el asado, sueltan caldo propio, de color oscuro, pero es muy útil. Por ello añado a los pimientos la mitad de este jugo más o menos. El resto, lo tiro.

7.- El aliño: Pimientos pelados y caldo propio necesitan el aliño tradicional para su consumo. Primero les añado un picado de cebolletas rojas de temporada en trozos muy pequeños. A continuación continúo la vinagreta con la sal gorda (opcional), el vinagre de vino y el aceite de oliva virgen extra (a razón de 1 de vinagre por 3 de aceite).

8.- Las preferencias: aunque la imagen de esta entrada diga lo contrario, lo cierto es que siempre utilizo pimientos rojos, desechando los pimientos verdes de asar, pues son más duros y no asan al mismo tiempo que los rojos. Además, éstos son más dulces y nos gusta más su acabado final. 

9.- El acompañamiento: aunque los pimientos asados van bien como entrante o como guarnición, están estupendos con una buena melva o caballa en conserva. 

10.- Conservación: siempre en nevera y en fiambrera cerrada. Pelados duran varios días y ya aliñados no muchos más, pues evoluciona el sabor con el vinagre. 

Esta receta es muy tonta, pero confío en que le sirva a alguien, tal vez a otro hijo curioso de la cocina. Unos pimientos asados bien hechos son una delicia.