Un rótulo a pie de la carretera A-4 (Sevilla-Cádiz) llamaba siempre mi atención. Decía “Viña del diablo”. El lunes pasado entré por ese mismo carril señalizado, con un grupo de blogueros y comunicadores gastronómicos, de la mano de Fran León, sumiller de vinos andaluces. Pude conocer los supuestos viñedos malditos, pertenecientes a las Bodegas Díez Mérito, la más antigua referencia bodeguera del marco de Jerez, desde el siglo XVIII. Para compensar, se bautizó al viñedo contiguo “Viña de Dios”. Estábamos en la Hacienda San Patricio.
Fran León acaba de unirse al proyecto de la nueva etapa de las Bodegas Díez Mérito (1876), participando del entusiasmo de un sector que comienza a salir de su estancamiento, sabedor de poseer vinos que son únicos en el mundo. Nos guió Salvador Espinosa, actual propietario de las Bodegas, para adentrarnos en el mundo del Jerez en su estado puro.
Es interesante que sobrevivan nombres históricos para estas bodegas centenarias, representativas de un patrimonio cultural y económico. Concretamente las Bodegas Díez Mérito han crecido bajo apellidos ilustres, marcando una generación jerezana de hombres ricos, cultos y emprendedores, influenciados por las ideas filosóficas y empresariales de la Europa más avanzada del siglo XIX.
Pero volvamos a los viñedos, de tierra albariza y uva palomino, objeto de nuestra primera parada, y que pertenecieron al grupo Garvey. Por su situación geográfica, fueron los primeros en ser atacados por la cruel filoxera, cuando se llamaban Pago de Monte Gil. También llevó el nombre de Rumasa. Hace poco menos de un año, pasó a manos de la familia Espinosa.
Son 100 Ha, de las que la mitad tiene de 7 a 12 años y el resto es de nueva plantación. En esta nueva etapa, está previsto trasladar aquí sus instalaciones industriales (filtrado y embotellado), una vez finalicen las obras pertinentes, que van a buen ritmo. Entre millón y millón doscientos mil kilos de uvas se obtienen de estas tierras.
Visitamos el lagar, cuyos depósitos de 50.000 litros, elaboran con la clásica tecnología (fermentación y estabilización) a falta solo del futuro y moderno tren de embotellado, para acoger todo el proceso previo de vinificación (mosto yema y mosto de prensa).
Dejamos el campo para dirigirnos al centro de Jerez y conocer dos de las Bodegas Díez Mérito: El Cuadro y Bertemati, donde se lleva a cabo el envejecimiento.
BODEGA EL CUADRO: fechada en 1876, responde al modelo de arquitectura bodeguera de “catedral”, por el abovedado de sus techos. Se llama así por dar a cuatro calles. Concentra los olorosos, soleras PX, VORS y criaderas de oloroso, y Brandy Gran Reserva. Se demuestra que los vinos evolucionan según la ubicación en el interior de la bodega.
Contiene entre 5.000 y 6000 botas. En el marco más clásico de Jerez se da poca renovación de barricas, todas de roble americano, que no transfieren sabor a los vinos. Los complementos (corchos, botellas, etiquetas, etc.), se adquieren a proveedores locales. Nos atiende José Luis Pérez, director comercial de la bodega.
BODEGA BERTEMATI: la más antigua, data de 1770. Un edificio monumental, calificado como “Bodega de Lujo” por el Consejo Regulador. Muros anchos, suelo de albero que necesita riego. Cámara de aire en cada bota. Excelentemente conservado. Uno de sus propietarios, El marqués de Misa y Bertemati (finales siglo XIX) fundó la primera Cámara de Comercio, la colonia vinícola en Campano (Chiclana), abrió la primera embajada en Inglaterra y trajo el primer tractor al campo gaditano.
Magníficos salones y un patio original con pozo y limoneros. Y monumentales puertas de rejas. Bodegas Díez Mérito es proveedora de la Casa Real, y los primeros exportadores de vino del marco de Jerez en el siglo XX. Estuvieron en la Exposición Universal de Paris en 1900, siendo propietarios de otras bodegas en Sanlúcar y El Puerto de Santa María. Eran épocas en las que el vino se adaptaba al país al que iba destinado. Pudimos beber a pie de bota.
LA CATA: comenzamos por probar el Fino Imperial, técnicamente un amontillado, que sigue llamándose fino por ser anterior a la DO. Un vino excepcional ya desde la nariz, inolvidable. Oloroso Regina, frescura en boca y nariz, untuosidad en boca, sin dominio de la madera. Ambos vinos VORS, acordes con el entorno. Palo Cortado Bertola, notas de pasas, higos, muy potente en boca. Merece un salazón en maridaje.
Mi agradecimiento a las Bodegas Díez Mérito por mostrarnos la historia real de su patrimonio y por permitirnos degustar la altura de sus vinos, a modo de mensaje educativo del vino de Jerez. Efectivamente, estos vinos son únicos en el mundo.
Las Bodegas Díez Mérito organizan visitas guiadas a diario, incluso sábados, que incluyen sesiones de cocina en directo, especialmente para grupos. Actualmente solo destina el 30% de su producción a la exportación.