Muy señores míos: el pueblo llano –a quien me atrevo a representar- tiene con ustedes una antigua, sólida y fluida relación desde tiempos inmemoriales. A pocos pasos de casa siempre hemos tenido y disfrutado de un garito con rótulo dedicado a servir comida y bebida variada a todo aquel que entre por la puerta y luego pague antes de salir. Ese vínculo continúa como hace siglos o incluso se ha fortalecido, acentuando y sobrevalorando el carácter frívolo de nuestras necesidades y fantasías cotidianas, incluyendo cantos regionales, insultos al clero y exaltación de la amistad, de los que ustedes han sido testigos. Por ello, los bares siguen siendo un factor importante en nuestra fugaz autoestima.
Sabemos de sobra las duras jornadas en la hostelería al otro lado del mostrador: en invierno por el frío y en verano porque el cierre tarda en llegar. Nunca olvidamos que todos los sábados y muchos domingos, ustedes están en el tajo: tirando cervezas, transportando platitos y raciones, limpiando mesas, recogiendo el servicio anterior, cobrando cuentas…. y qué decir de los cocineros, en habitáculos sin aire acondicionado, sin hablar, oyendo solamente órdenes y reclamaciones de comandas con quejas de clientes…nosotros en el ocio y ustedes en el mal negocio….
Pero esta carta se dirige a ese querido gremio que tiene como patrona a Santa Marta, como clientes que somos, reales, potenciales, puntuales, impertinentes, quejicas, inconstantes y a veces implacables. Cinco peticiones solamente. A saber:
PRIMERO: por favor, una cierta calidad en su cocina. Deberían conocer al dedillo el muestrario –incluso en archivo mental- de los mil sabores mínimamente presentables. No importa la especialidad: tradicional, innovadora, monográfica, de clientela limitada, discreta…. porque con ustedes se espera comer mejor que en la propia casa. Descarten aquello que no supere un cinco sobre diez.
SEGUNDO: un ruego a dueños y gerentes de bares. ¿Tan difícil es conseguir un estilo ético en las remuneraciones de los empleados?. ¿Por qué no declarar cotizaciones de horas realmente trabajadas?. La honradez es un valor que nunca se cuestiona, es eterno, y la justicia debería ser el primer artículo de una relación laboral. Pagar en negro no está bien.
TERCERO: exijan formación a sus camareros y un cierto nivel de conocimiento y colaboración. Deberían saber vender los platos que salen de la cocina. Ser camarero es, sobre todo, ser comunicador; y comprobamos que esto escasea más de lo debido. Por favor, hagan equipo con su gente.
CUARTO: Mantengan sus locales en limpieza y detalles. Organización y decoro aumentan la percepción positiva por el cliente. Esos recogedores y cepillos llenos de mugre…. y esos aseos modelos “remordimiento”…, no son los indicadores más apropiados para servir comida y bebida.
QUINTO: perdonen las impertinencias de la clientela, sus quejas a veces sin razón, sus insistencias. Ustedes saben que es difícil hacerse con un público fiel, y es fácil perderlo por cualquier motivo insignificante. Y, por supuesto, no aguanten tonterías de maleducados que se pasen de la raya, porque el cliente no siempre tiene razón.
Son sencillas sugerencias de usuarios de bares en general, aspiraciones que también podrían haber compartido nuestros antepasados, parroquianos de tascas, hace 200 años. Las tabernas y bares son nuestras segundas casas, los restaurantes son testigos de nuestros encuentros más queridos, y los pequeños establecimientos son nuestro remedio al estrés estúpido e inevitable que gobierna nuestras vidas. Ustedes no pasan de moda, pero, por favor, hagan las cosas bien.
Suyo afectísimo, el Blog Comeencasa.