Alcanzada mi madurez (al menos por edad), he conseguido mi título de capacitación más placentero. Otros diplomas que tengo por ahí enrollados con gomillas y cogiendo polvo ya están más que olvidados, pues ya no servirán para nada, porque ni los reciclaré ni actualizaré. Pero esta maravillosa credencial de formación y aprendizaje la he obtenido tapeando junto a mi marido, mi hermano y mi cuñada, en 15 selectos bares gaditanos; aunque también haciendo prácticas en las sartenes propias y tecleando ante el ordenador mientras sonaba la lavadora, la vitrocerámica o la thermomix….con tal de contar mis reflexiones. El pasado viernes 23 de noviembre, recibí mi título de licenciatura en tortillología de manos de D. José Monforte, decano del Ilustre Colegio Oficial de Tapatólogos. Todo un hito en mi historia más reciente.
Han sido 57 pequeños artículos los que he publicado sobre tortillología, algunos con cierto valor sentimental. De tal modo, que el mundo de la tortilla y sus ricas circunstancias me han ganado, me han hecho disfrutar, agudizar mi sentido crítico sobre la materia prima empleada y la técnica realizada, además de descubrir y recorrer ocasiones y lugares en dónde la tortilla reina, fija y da esplendor. Me he sentido arqueóloga de las fusiones de papas y huevos.
Desde el viernes tengo un pedazo de título con la calificación de MATRÍCULA DE HONOR, pero ha sido tal el enganche que pienso continuar con la máxima alevosía diurna las investigaciones en tortillología, como antiguamente ocurría con los cursos del PPO (formación permanente). O sea, que pienso seguir escribiendo sobre esta ciencia universal, dentro o fuera de mi cocina, sobre todo después de haber conocido a la tortilla de cerca, en una entrevista que conseguí hacerle en exclusiva.
En fín, que según reza el documento oficial: “a partir de este momento podrá ostentar, con la finalidad que desee, este título con el que podrá tirarse todo tipo de pegotes ante los amigos y también ante los enemigos.” Vamos, si con esta declaración de facultades no se les pone la carne de gallina o no se emocionan un pelín, es que ustedes no tienen ni pizca de sensibilidad.
De momento, ya soy ilustrísima señora, pues pertenezco al selecto y reducido club de los licenciados en tortillología de la primera promoción.
Ha sido un placer sr. Monforte.
Aunque lo leo tarde, mis mas sinceras felicitaciones licenciada.
Te lo mereces.
hola sobrina, qué orgullo siento por tener una licenciada nada menos que en tortillología. ¡Quien me había de decir que tendríamos en la familia una persona tan importante…te felicito de todo corazón, y al poeta que siempre está tan oportuno, otro diploma; pues todo el mundo no tiene la suerte de tener un comentarista al quite, y además en verso, un fuerte abrazo..
Amanecí otra vez dentro del coche
y la barriga hueca, en fin, vacía;
vaya tajá más chunga la de anoche,
no la he cogío más gorda en toa mi vía.
Te despertaste tú, tu pie en mi cara,
me querías decir no sé qué cosa:
no me enteré de ná, tu voz rasposa
y mi resaca juntas, tantas horas,
impedían que te comunicaras.
Cuando el Sol dio reflejo
y entró por la ventana,
sin persianas ni vendas,
cegao por el espejo,
abriendo la mañana,
sentí un hambre tremenda.
Yo me saqué tu pie de la barbilla,
conseguí abrir el taper de emergencia;
agradecí a mi mare su eficiencia
y nos pusimos ciegos de tortilla.
Gracias Pepe Monforte por el comentario. Sobre todo, resaltar lo mucho que nos hemos divertido durante el curso…
Enhorabuena por el Diploma. Habrá sido duro de obtener y requerirá tiempo, escritos, reflexiones, algo de pasta, estudios y sacrificios, pero hay que reconocer que tampoco está nada mal eso de ir probando pinchos de tortilla por esos mundos de Dios. Digo yo que hay cosas peores.
Bonito diploma, por cierto.
Besos:
Mari & Paco.
Gracias Paco V. Lo cierto es que ahora no hay quien nos dé coba con las tortillas; enseguida sabemos su origen y su composición…..
Estimada licenciada, mis más sinceras enhorabuenas y agradecerle el esfuerzo realizado para acudir a recoger su diploma. Es usted un ejemplo de dedicación a la ciencia y es voluntad del Colegio Oficial de Tapatólogos reconocerlo.