Demasiado estrés para un sábado. Es 19 de marzo, felicito a mi cuñado por Facebook y gestiono el arroz con gurumelos para el almuerzo. La casa huele que alimenta. A las 8.45 la playa igual que una feria, con cámaras y móviles en vez de duros antiguos. Nuestro mar está hoy de puertas abiertas, como cada 20 años, y enseña sus piedras ocultas con generosidad, tal vez la antigua calzada romana. Vuelven mis recuerdos de chica, mariscando por las tardes, llevando en mi cubito de plástico camarones y cangrejitos…. También alimenta el olor de mi playa.
Del armario saco mi perfumado vestido del doce, el de Carmen Toscano, nacida en 1767, madre de mi tatarabuelo. A las 10 he de estar en el Baluarte de la Candelaria junto al grupo de diputados y pueblo para participar en el desfile. Pero antes me toca comprar fruta y verdura, seguro que mi antepasada habría hecho lo mismo, pues conoció este mercado, construido en 1830. Mi atuendo anacrónico no llama la atención en la plaza, esto es Cádiz. Mientras pido en el puesto, los chavales de los equipos de la Gymcana buscan información para resolver los enigmas de las pruebas. En el mercado la gente lo sabe todo: dónde están la casas de Los Lila, Lasquetty, de las Cadenas, del Plátano, Aramburu….Por cierto, mi carrito no es de 1812. Fuera, en el Campo del Sur, gran atasco de tráfico. Coches, motos, viandantes, autobuses, y los camiones hormigonera trabajando en el parador previsto para el Doce. Y dentro, cola de media hora para comprar churros.
Por fín, llego a lo justo, me incorporo al grupo de recreación histórica. Comienza el desfile por las calles, camino del Oratorio de San Felipe, todavía en obras, donde esperamos a los soldados, con instrucciones de no cantar. Pues claro, es un acto oficial con homenaje a la Constitución, autoridades, corona de flores, banda de música, banderas y glamour junto al monumento de la Plaza de España. Esta vez nos acompañan dos agrupaciones históricas más: Torrijos 1831 (Alhaurín de la Torre, Málaga) y la de la ciudad de Madrid. Se Prohíbe el cante. Escuchen los discursos, que algunos párrafos dicen la verdad. Ruiz Gallardón recibe aplausos antes de hablar.
Caminan por delante los diputados, algunos de ellos clérigos (el 30% de las Cortes doceañistas eran eclesiásticos). Alguien dice que hay un Papa en el grupo. El Papa nunca estuvo en Cádiz, señora, como tampoco Napoléon. En el Oratorio, aplausos a las milicias, el pueblo siempre ha querido a sus soldados. La música anima, el día, inmejorable. Todos hacia la Plaza de España. Por cierto, el grupo de recreación del barrio de Puntales, de lo mejor. Algunas mujeres se han hecho ellas mismas sus vestidos, y desde luego saben estar en el acto.
El relator Alcina lee un artículo de la Constitución. Por ella pasamos de súbditos a ciudadanos. Hoy los ciudadanos somos súbditos del egoísmo de los políticos. Deberíamos mirar al Doce, cuando hasta la prensa decía la verdad. Hoy la noticia completa necesita siete periódicos. ¡Viva España! ¡Viva la Constitución de 1812!. En la celebración de La Pepa, brillantez y profesionalidad en el Batallón de Velázquez, que causa admiración por dónde pasa. El pueblo, como siempre, no tiene la culpa, pero necesita mejorar. El Doce es algo muy serio, es nuestro sueño, y hay que aprovechar las mareas, que aquí en Cádiz son espléndidas.
Gracias Candela por tu visita y tu piropo. Eres un encanto.
Bravisima Charo!!! Me ha encantado tu relato del dia!!