La gastronomía que nos envuelve, tiene, al igual que el derecho, diversas fuentes. Ley, jurisprudencia y costumbre se corresponderían en el arte culinario respectivamente con necesidad básica, salud y relación humana, y de ahí su producto estrella: la amistad. Son cosas que se me ocurren, pero estoy segura que de ahí sale lo mejor de nosotros mismos.

El pasado lunes tuve el honor de ser invitada –gracias a mi jefa- a la sede de un grupo gastronómico sevillano llamado Círculo de Arte Vivo, situado en la finca de un antiguo restaurante en el barrio del Arenal. Por su origen, el local estaba maravillosamente equipado de una amplia cocina (con tós sus avíos), y dotada de barra (la felicidad completa, vamos).


En dos mesas se disponían a comer dos grupos distintos de personas, con dos menús diferenciados y de fabricación propia. En la primera se elaboraron dos arroces: uno con conejo y garrafó (haba blanca, grande y plana típica de la paella valenciana), y el segundo con caracoles. Me dieron a probar las dos y elegí este último por su sabor. El maestro paelllero nada menos que el periodista y comunicador Carlos Herrera, Chef encantador donde los haya.

Y en la segunda mesa, nos dedicamos a una berza jerezana (un plato de invierno que recomiendo), y que no tiene por qué ser pesado ni con excesiva grasa. Pero lo mejor, para mi gusto, la excelente pringá, con carne troceada, manteniendo su calor en el horno a base del mismo caldo de la berza y lonchitas de tocino del jamón, y servida en una fuente de barro. Un lujo completo.

Tuve la suerte de sentarme junto al cocinero, al que estuve entrevistando durante toda la comida para que soltara no sólo la valiosa información de lo que había elaborado –en vivo y en directo en el local- sino también sus muchos conocimientos sobre marisco, carnes, verduras, y lugares de abastecimiento en el radio de acción de Andalucía Occidental (Cádiz, Sevilla y Huelva).



Hay que elogiar el vino servido, al igual que los pastelitos que acompañaron al café, gentileza de Rosario Castro. El Círculo de Arte Vivo, que funciona como asociación cultural y gastronómica y con estatutos llenos de sentido común, aglutina desde hace más de 15 años a unos 40 socios (sólo hombres). Sus eventos están relacionados con la época del año: navidad, carnaval o semana santa. Desde aquí mi brindis por el movimiento asociativo masculino procedente de la pura amistad.

Inquietudes sociales, preocupaciones medioambientales, conflictos laborales, pero también disfrute de la amistad, y por qué no solidaridad y amor confluyen en el arte de saber comer. ¡Ojalá todos los hombres del mundo pudieran conocerlo a diario! La gastronomía nos envuelve. Por eso tengo prometío preparar para estos buenos amigos unos garbanzos con chocos.