Mantener un horario regular de comidas es lo más importante, sobre todo para los niños. Por eso nadie duda de la importancia de los comedores escolares cuando padres y madres trabajamos fuera de casa.

Como ya mi hijo pasó la edad, pedí a mi amiga Pilar el menú escolar del suyo. Al leerlo, recordé la época de mis comidas en la calle, cuando toda la comida sabía igual. Y me pareció más de lo mismo, dudosa calidad de los productos y aceites, pocas verduras y pescados congelados. ¡horror!. Todo ello cuando los padres nos desvivimos por poner en la mesa lo mejor para nuestros hijos, incluso con apuros económicos.

Dos platos más la fruta componen este menú mensual. En él se repiten las patatas fritas como guarnición (ricas pero poco saludables para los niños), pescado frito (en lugar de cocido o guisado). También combinan mal –a mi entender- los alimentos (por ejemplo, potaje de garbanzos con salchichas y puré de patatas, que supongo será de sobre). Sospecho también que las pocas raciones de verduras serán congeladas……(aunque hay distintas calidades de congelados). Bueno, me alegra eso sí, que la pasta se reduzca a un plato semanal.

Y, como observación, mi amiga me contó que en una ocasión recogió a su hijo en horario de comedor, comprobando el ruido y griterío que reinaba en el salón, donde nadie ponía algo del orden debido en el sagrado periodo de la comida. No creo que ése sea el mejor ambiente para fomentar buenos hábitos alimenticios en la infancia.
Es de general comentario por las madres y algunos padres, claro, que cuando los niños asisten al comedor escolar, hay que ponerles cenas con buenos productos para suplir las posibles deficiencias en la alimentación en el colegio.

Siento ser tan desconfiada sobre la calidad de los menús escolares, por otro lado constante objeto de polémica. Comprendo que los servicios de catering son un negocio como otro cualquiera. Pero todos sabemos que comer –más o menos bien- no es barato, y que además es necesaria una buena dosis de cariño a la hora de cocinar. Creo que este servicio lo debería proporcionar el colegio con personal propio, implicando así a las Administración.

Recuerdo que mi hijo, -hasta los seis años- comía en la guardería, que tenía cocina y cocinera de la casa, lo que me daba tranquilidad en su dieta. No obstante, en última instancia, creo que sería buena opción que los niños llevaran la comida preparada de casa para calentarla luego en el colegio.

En Sevilla, unos ochenta colegios ofrecerán este curso menús saludables, es decir, dietas sanas y equilibradas, a través del Ayuntamiento. El menú, ajustado en cantidad a la edad de cada alumno, incluye carne –magra- una vez por semana. El pescado y las legumbres, dos veces por semana; la verdura es diaria, ineludible. En cuanto a las frituras, se toleran una sola vez. No habrá precocinados ni postres grasientos, ni salsas concentradas. El aceite, siempre de oliva virgen. Y se tenderá a ir incorporando productos ecológicos poco a poco.

Cualquier iniciativa es buena para educar en la buena alimentación a nuestros hijos. El problema es qué esfuerzo están dispuestos a realizar los padres en este sentido. (Y ya hablaremos del desayuno de los niños).