Sigo con la segunda parte de la ruta cultural que hicimos el viernes pasado con la Asociación Cádiz Ilustrada, de la mano de la arquitecta Ángela Pagés. Con este recorrido por una muestra de las casas gaditanas, retornamos a un pasado floreciente en economía y costumbres cosmopolitas en los siglos XVIII y XIX.
La siguiente casa se ubicaba en la calle Manuel Rancés (antes calle de los Doblones), vía que sale de Doctor Zurita/Beato Diego y desemboca en la plaza Argüelles. Nos detuvimos en el número 14, una casa ya rehabilitada con una portada que la obra no pudo recuperar completa, aunque conserva las antiguas pilastras planas. No cuenta con cierros en los balcones por ser anterior al periodo isabelino. La casa está habitada y nos abre una de sus amables vecinas.
Un bello patio con desnivel central para recoger el agua de lluvia, deja ver unas galerías de la casa barroca gaditana sin cerrar, con vigas labradas y trancas soportando techos de hermosa factura. Al patio dan varios huecos, aunque dos de ellos que antes accedían al entresuelo han sido condenados. Al parecer la casa contaba con aljibe forrado de mármol rosa, material que hoy se ha perdido lamentablemente.
Cruzando el patio y una pequeña galería, accedimos a otro patio posterior con plantas y árboles. Un lugar para la paz y la tranquilidad. Aquí hubo en tiempos una gruta con imagen de la Virgen, hoy ya desaparecida.
Cuenta la señora que nos atendió que aquí estuvieron las Agustinas Descalzas cuando tuvieron que dejar el convento de La Candelaria por ruina. Al mismo tiempo, subraya que en la primera planta, estuvo durante años la fábrica de Muñecas Marín de Chiclana y que el entresuelo acogió la oficina de las cartillas de racionamiento, que tanto condicionaron la vida doméstica en la posguerra.
Dejamos la casa y seguimos hacia adelante, recalando en la calle Fermín Salvochea número 4, cercana a la Alameda de Apodaca. En la fachada, placa conmemorativa del Almirante de la Armada Juan Ruiz de Apodaca y Eliza, conde del Venadito, virrey de Méjico y de Navarra, embajador en Inglaterra, etc., que nace aquí en 1754.
La fachada tiene cierros con cristales curvos y una rejería de pecho de paloma muy original por la especial orientación de los barrotes.
Llamó nuestra atención el magnífico pasamanos labrado de caoba situado a partir del segundo tramo de la escalera de acceso, así como la amabilidad de sus vecinos.
Plaza de San Antonio 2, sede de la UNED en Cádiz. Con fachada neoclásica, reformada con anterioridad a 1792 (por no tener montera de cristales ni galerías cerradas), si bien ha sido enriquecida al estilo isabelino en herrerías y cristal. Cuenta con salones de esgrima y tiene torre mirador. Perteneció a María Javiera de Amat, casada con D. José Álvarez Campana. Otro de los maridos conocidos de esta señora fue D. Agapito de Yarza. Esto ocurre a finales del s. XVIII. En el año 1802 se vende la finca a D. Antonio Lavalle, y en 1914 vive D. Guillermo Uhthoff Lovental.
No pudimos acceder más allá del patio y dependencias de la planta baja de esta casa, ya que se estaban celebrando exámenes. Pero según Ángela Pagés, nuestra guía que la conoce bien, la finca tiene suficiente interés como para una visita de dos horas de duración, sobre todo por las estancias ocultas y pasadizos secretos que posee.
La ruta de las casas gaditanas nos sitúa en un Cádiz pasado y floreciente. Si bien algunas de estas fincas están rehabilitadas y restauradas, otras llevan mal el paso de los años y la necesidad de una urgente rehabilitación. Pero todas respiran la esencia de Cádiz, un sitio digno de conocer y escudriñar.
Enhorabuena a Cádiz Ilustrada por su actividad cultural y altruista. Están haciendo un gran servicio a la cultura y a la ciudadanía.
Si queréis leer el post anterior, pinchad aquí.