Ruta guardacantones1Esta mañana hemos disfrutado en Cádiz de una ruta cultural diferente y desconocida. Organizada gratuitamente por la Asociación Cádiz Ilustrada, hemos recorrido parte del circuito de los guardacantones y esquinales que protegen desde el siglo XVII las esquinas de las calles gaditanas. El guía experto ha sido Antonio Ramos Gil, ingeniero naval e historiador, autor del libro “Guardacantones de Cádiz; cañones y esquinales” (2011-Universidad de Cádiz). A partir de ahora, nos detendremos en estas esquinas del Cádiz intramuros, en lo que es un auténtico museo al aire libre.

El grupo partió del edificio de Diputación, en Avenida del Puerto, junto al cañón que protege una de las esquinas de la Casa provincial, anclado boca abajo, al contrario de la mayoría de estas piezas, que esconden sus 3/7 partes bajo tierra. Se trata de un cañón holandés de 1627.

Ruta guardacantones2Ramos resumió la evolución histórica de la ciudad de Cádiz, un accidente geográfico en el pleistoceno, por los aportes del rio Guadalete. Por aquí pasaron fenicios, cartagineses, romanos, árabes, etc., al olor del comercio. Pasó de ser una aldea de pescadores en el barrio de El Pópulo, hasta una gran ciudad gracias a la aventura americana. El segundo viaje de Colón sale de Cádiz.

Cádiz siempre representó una situación estratégica fundamental para el comercio con África. Los Reyes Católicos aumentan el trasiego a las Indias, y se monopoliza en Sevilla y luego, desde 1717 en el puerto de Cádiz.

Tras el asedio y destrucción de la ciudad en 1596, se estudió su fortificación. Se dan 30.000 escudos para construir la muralla de Cádiz, que fue la famosa Puerta de Sevilla, dinero que puso el pueblo.

Las murallas condicionan el urbanismo de la ciudad. En el siglo XVI vivían en Cádiz 2.000 personas, llegando a 70.000 en el XVIII. Se construyen calles para ancho de dos carros, y con altura de 2-3 pisos, de modo que pudieran comunicarse las azoteas para casos de desastres o ataques. Ya en 1615, se habla en las actas consistoriales de las esquinas y su deterioro. Las calles ya eran empedradas y se colocan los guardacantones.

ruta guardacantones3En 2008, por la obra del aparcamiento subterráneo de Canalejas, aparecen 17 cañones de hierro. Los guardacantones de las esquinas pueden ser: piezas de artillería o esquinales (con otros motivos y formas).

En el siglo XIX (hacia 1887) aparecen los esquinales de fundición, de los que existen 150 actualmente, junto a 109 cañones. Excepto dos, todos han sido fabricados en Cádiz.

Subimos al paseo de San Carlos, admirando las 9 piezas de cañones (de los 17 aparecidos en Canalejas). Quedan 2 en Matagorda, 2 en el fuerte de la Segunda Aguada y 3 en las murallas de Puerta Tierra. Están colocados sobre una cureña (especie de carro o soporte).

El cañón tenía un papel ofensivo y defensivo en los siglos XVII y XVIII, como pieza naval en embarcaciones y también para tierra, con distintos soportes y ruedas para moverse. Son un buen ejemplo del desarrollo de la industria siderúrgica y precursores de la revolución industrial. En aquel tiempo la pólvora se vendía a granel. Tenían diferente peso en libras. Una maroma instalada funcionaba como freno.

Antonio Ramos citó la famosa fábrica de La Cavada, en Cantabria, que fabricó 20.000 piezas de artillería en 200 años.

También en San Fernando, con motivo de las obras del tranvía, aparecen 17 cañones más en Puente Suazo.

Los cañones proceden de pecios, encargos, abandonos o piezas de prueba. Colocándolos en las esquinas, se reutilizan. Hay que tener en cuenta que a veces la munición no correspondía con el calibre del cañón. Los cañones podían ser de alma hueca o sólida.

En Cádiz hubo pequeños fabricantes de cañones: Rafael Mato, Antonio Gaviño, El Balón, y Manzano (luego llamado Vigorito). Esta industria siderúrgica abarcaba la fabricación también de todo tipo de utensilio doméstico imaginable para el hogar.

Con el libro de Ramos se está tomando conciencia de la importancia histórica de estas piezas de artillería en el interior de la ciudad, que además siguen siendo útiles para proteger las esquinas de los edificios.

Un edicto real de finales del siglo XVII habla de meter dentro de las esquinas los cañones para no molestar.

Hay también guardacantones de piedras o columnas antiguas, o marmolillos.

En el siglo XVII un cañón tardaba de 4-6 días en fabricarse. Con la introducción del molde por los franceses, podían salir 6-7 cañones diarios de la fábrica.

Felipe V, el primer Borbón, unifica el armamento con reales ordenanzas que marcan las dimensiones. Los guardacantones están por todos los barrios (según las casas de los Cargadores de Indias). Es importante resaltar la corrosión que sufren, sobre todo los que están soterrados.

Los cañones son un bien etnográfico y por lo tanto están protegidos. También reciben protección por la finca en dónde estén situados.

El objetivo de la ruta es sobre todo la concienciación de estas piezas que son reflejo de la historia de Cádiz.

Nuestro agradecimiento y enhorabuena a la Asociación Cádiz Ilustrada por la organización de estas rutas culturales por la ciudad.