Vero, Mónica, Erika, Myrna, Isabel y Esperanza, son algunas de las chicas que buscan trabajo en el servicio doméstico, preferiblemente como internas. Lo sabían todo en sus países de origen, pero aquí tendrán que empezar de nuevo, como aprender a cocinar. Un puchero, un guiso de papas con carne, un arroz con verduras, una tortila de patatas, un tomate frito, unas lentejas, y un pescado al horno, son ejemplos de los platos que deberán dominar antes de empezar a trabajar. Será gracias al proyecto “Cocinando tu futuro”, que financia la Fundación Cajasol y que se lleva a cabo en las instalaciones del Centro Social María Inmaculada, en Sevilla, gracias al voluntariado, en este caso el mío. Son diez clases de dos horas cada una. Veinte horas de capacitación doméstica en la cocina.
Hace más de 100 años que la Congregación de Religiosa de María Inmaculada, con casi 50 centros en España, acoge gratuitamente a chicas jóvenes que desean realizar sus estudios y encontrar trabajo, por ser su carisma vocacional la prevención para la inserción social y laboral. Al principio las muchachas procedían de familias pobres y de puntos alejados de nuestro país con pocas posibilidades de futuro, pero hoy las jóvenes vienen desde otros países, con la ilusión de encontrar en España un empleo digno en el servicio doméstico con el que mantenerse y ayudar a sus familias en sus lugares de origen. No obstante, la crisis está dificultando duramente sus proyectos.
Las clases comenzaron a finales de octubre, por lo que nos encontramos en la recta final de la formación de esta primera promoción. Estas chicas son mujeres que luchan por salir adelante, por aprender, por ser aceptadas y valoradas en un entorno que aún no conocen del todo. Y por eso qué mejor que llegar a ser cocineras de hogar, de las que saben desenvolverse en una cocina familiar, elaborando platos ricos y saludables para pequeños y mayores, y sabiendo distinguir los productos, variedades y calidades. Se intenta con estas clases que adquieran las técnicas y la sabiduría del ama/o de casa tradicional, auténtica/o responsable de la salud familiar. Ése es el objetivo de Cocinando tu futuro: devolverles la autoestima con el oficio más agradecido del mundo, y sin limitar sus aspiraciones.
Aprender a oler la comida bien hecha, a utilizar productos frescos y poco procesados, a valorar un buen aceite, a darle el toque a un sofrito, a conceder los tiempos necesarios a los ingredientes del arroz, y a utilizar el horno como complemento a la vitrocerámica. Todo eso es el sueño de Comeencasa, formar a estas chicas que buscan dignidad a través de los peroles, sin saber que con el tiempo pueden llegar a ser las personas más valoradas de un hogar, porque trabajar de cocinera/o es prestar un gran servicio a los demás.
Por mi parte, estoy feliz de haberlas conocido y de intentar ayudarlas a cumplir sus sueños.
Gracias a todos por vuestro ánimo. Creo que si estas chicas aprenden a cocinar las recetas de diario tendrán al menos un trabajo digno. De eso se trata.
Y además, podrán transmitir los valores de la cocina casera a las personas para las que trabajen.
Me parece una iniciativa estupenda, pero mucho me temo que no solamente las personas que vienen de otros países adolecen de una cultura gastronómica española adecuada. Considero que muchos de nosotros hemos procurado academias de inglés, informática etc. a nuestros hijos y hemos olvidado que algún día cuando se emancipen, tendrán que saber algo tan importante como es alimentarse bien y esto pasa por saber algo más que llamar al Pizza Hut o ir al Burger.Con esto quiero decir que se podría hacer extensiva esta iniciativa para los que por su economía no pueden pagarse un curso de cocina.
Pd.- Charo mi reconocimiento por ser de esas personas empeñadas en dejar este mundo un poquito mejor que lo encontraste.
Hasta el fallecimiento de mi mare, durante, casi 2 años, hemos tenido hasta 5 señoras (y algún señor) Sudamericanas cuidando a mi madre impedida. Estoy absolutamente de acuerdo con Charo cuando habla de la necesidad de «aprender a cocinar de nuevo». Esa era, en la práctica, la única queja que nos transmitía mi madre; las costumbres eran muy diferentes y costó bastante que se acostumbraran al gusto de mi madre (que era el nuestro).
Por eso, entre otras cosas, agradezco a Charo su labor y la animo a que siga al tiempo que le manifiesto mi admiración por su espíritu que, por otra parte y conociéndola un poquito, no me extraña.
Ni que decir tiene que tienes mi voto.
Hay una obra de caridad que es «Enseñar al que no sabe»; pero en lo que estás haciendo, Charo, con estas chicas es algo más. Con estos conocimientos culinarios que les trasmites, les estás abriendo una puerta para que salgan de la marginalidad y les brindes un futuro.
Me consta que esta tarea conlleva un gran esfuerzo, de tiempo y de trabajo; pero como te anima el espíritu del voluntariado y la solidaridad, seguro que te producirá una gran satisfacción cuando estas chicas consigan comenzar a prestar servicios como internas y se acuerden de ti.
Te animo a continuar.
De tu coordinador del Voluntariado de Cajasol